En 1580, por primera vez llegó el chocolate a la Península,
donde su fabricación fue mejorando con el tiempo. España, durante mucho tiempo,
procuró mantener en secreto su elaboración, conservando el monopolio del cacao,
hasta que Felipe V, en 1728, lo vendió. En Francia lo conocían pero no tomó
fama hasta 1776, cuando se fundó la “Chocolatería Royal”, bajo el reinado de
Luis XVI.
En Italia fue introducido en el año 1600 y en Inglaterra en
1667. Los alemanes lo probaron por primera vez en 1671, extendiéndose luego por
todo el mundo.
Hernán Cortés, en una carta dirigida al emperador Carlos V,
ensalza las excelencias del cacao y la resistencia que opone a las fatigas
corporales.
Brillant-Savarin, en su libro Los Clásicos de la Mesa,
recomienda el uso del chocolate como una sustancia tónica estomacal y
digestiva, y añade que las personas que lo consumen a diario gozan de una salud
siempre perfecta y que el chocolate perfumado con ámbar es un producto
excelente para las personas agotadas por exceso de trabajo, mental o material.
Un florentino llamado Ailtonio Carletti introdujo el
chocolate en Italia, y en Francia lo puso de moda Ana de Austria, hija de
Felipe III y esposa de Luis XIII de Francia. En Francia al principio no cuajó,
pero las Órdenes religiosas lo difundieron. Los monasterios españoles enviaron
chocolate a los monasterios franceses de su Orden y esto hizo que se difundiera
por todas las capas sociales.
El mariscal Bell-Isle, en sus memorias cuenta lo siguiente:
“El regente no tenía petit kever, pues este príncipe, más discreto que decente,
no quería exponer a las miradas maliciosas de los cortesanos los encantos de
las bailarinas de la ópera o de honestas damas que habían compartido su lecho.
Así que su Alteza Real se presentaba en el salón de audiencia ya vestido, y se
contentaba con desayunarse con chocolate mientras recibía a sus deudos y
amigos. A esto se llamaba “ser admitido al chocolate de Su Alteza Real”.
Hacia finales del siglo XVII las fábricas de chocolate se
multiplicaron en Francia pero la protección y casi el monopolio de los cacaos
de las colonias españolas perjudicaron al perfeccionamiento de este producto.
Las fábricas francesas no podían trabajar más que con cacaos inferiores, de
manera que durante el siglo XVII los franceses daban preferencia a los
chocolates españoles e italianos, y hasta el siglo XIX no se perfeccionó su
fabricación en Francia.
En otros lugares del mundo:
En china se consumía bastante chocolate, pero el país que
más consumía era España. En Italia gustaba mucho el chocolate helado, Holanda y
Alemania preferían los chocolates amargos. En Inglaterra se consumía poco y su
fabricación era inferior a la francesa, italiana y española.
A los americanos les gustaba muy caliente, solían tener unos
recipientes ad hoc, hechos de cáscara de coco artísticamente labrados y
colocados en pies de plata (se sabe que la madera conserva más calor que la
porcelana o el cristal.