Los astrónomos recibían el nombre de “observadores de la noche”. Conocieron al menos cinco planetas e identificaron algunas de las constelaciones. Júpiter, Saturno, Mercurio, Marte y Venus fueron representados bajo diferentes formas, pero no fueron adorados.
Orion (Sahu) y Sirius (Sotis), eran las moradas de Horus e Isis. Se les representaba en varios lugares como seres humanos sobre pequeñas barcas en las que navegaban por el Océano celeste o, como en Dendera, Orión en forma de hombre haciendo señas a Sirius en forma de vaca reclinada tras él en el barco.
Las constelaciones reconocidas fueron 36, los 36 decanos a los que se les atribuían poderes misteriosos y de los que la estrella Sotis era la reina. Sotis se transformó en la estrella de Isis cuando Orión (Sahu) se convirtió en la estrella Osiris (Maspero).
Los más importantes mapas del cielo conservados en templos y en los muros de las tumbas son los de Ramesseum, Dendera y el de la tumba de Seti I en Tebas.
Se hallaron tablas celestes en las tumbas de Ramsés IV y Ramsés IX en Tebas, pero parece que al estar elaboradas muy descuidadamente puede que fueran simples adornos de la tumba.
Las constelaciones se representaban como estrellas perfilando los cuerpos de los animales. Nuestra constelación “el arado” era su “pierna”. Después de esta venía el hipopótamo hembra y a su espalda el cocodrilo. Un león acostado estaba de frente a la pierna con un animal compuesto debajo.