En 1871, una mujer de raza negra, Elizabeth Freeman, que había
sido esclava en Massachussets durante treinta o cuarenta años, fue golpeada en
el brazo con un atizador caliente cuando defendía a su hermana de la ira de su
ama. Ella se escapó a Great Barrington, su ama reclamó su retorno y perdió el
caso, lo cual fue decidido basándose en la Declaración de Derechos de la
Constitución de Massachussets, que establece que todos los hombres han nacido
iguales.
Marion Hovey, de Boston, ofrecó diez mil dólares a la Escuela
de Medicina de Harvard para que diera educación por igual a hombres y mujeres.
Un comité aprobó la proposición, pero la oferta de la Hovey fue rechazada por
el consejo de inspectores. Era en el año 1878.
Aunque había ganado un Premio Nobel, Marie Curie fue
rechazada como futuro miembro de la Academia Francesa, simplemente porque era
mujer. Más tarde fue la primera persona en ganar dos Premio Nobel.
Belva Ann Lockwood (1830-1917) se presentó a la presidencia
como candidata del Partido por la Igualdad de Derechos en 1884, y de nuevo en
1888, en un tiempo en que las mujeres no podían votar en una elección nacional.
Siendo la primera mujer que ejercía de abogada ante la Suprema corte, ganó un
acuerdo de 5 millones de dólares en favor de los indios cherroquis, y fue ella
quien presentó al primer negro del Sur para que ejerciera ante la Corte.
Victoria Woodhull, la feminista radical que se presentó para
presidente en 1872, temía morir si cuando fuese mayor se acostaba en la cama.
Pasó los últimos cuatro años de su vida sentada en una silla. Murió con 89 años
en 1927.
Abigail Adams escribió a su marido en 1776: “Si no se presta
particular atención y cuidado a las damas, estamos determinadas a fomentar una
rebelión, y no nos podrá detener ninguna ley, en cuya promulgación no hemos
tenido ni voz ni representación”.
En el siglo XIII, en Lübeck, la ciudad libre de Hansa en
Alemania, confirió a las mujeres la misma capacidad legal en los negocios que a
los hombres. También se les permitió pertenecer a organizaciones de
trabajadores.
Dos mujeres piratas, la inglesa Mary Read y la irlandesa
Anne Bonny, unieron sus fuerzas en 1719 cuando se encontraron por casualidad
disfrazadas como hombres en el mismo balandro. Junto con un bucanero, el
capitán Rackham, se apoderaron del barco. Cuando su nave fue capturada, después
de muchos actos de piratería, las dos mujeres se encontraban entre los únicos
tres piratas que seguían peleando sobre cubierta en lugar de rendirse. Cuando
Rackham fue colgado, Anne le dijo: “Si hubieras luchado como hombre, no
necesitarías ser colgado como un perro”. Las mujeres fueron mandadas a prisión,
después de alegar gravidez. Mary Read murió en la cárcel de fiebre; habría sido
colgada después de dar a luz. El destino de Anne Bonny no se conoce.