La cocción en horno de tierra tiene una antigüedad de al menos treinta mil años. Estos hornos se fabricaban de la siguiente manera:
Para fabricar un horno de tierra lo primero era cavar un agujero grande y revestirlo con piedras para hacerlo impermeable. Después, llenaban el pozo con agua.
Seguidamente tenían que coger más rocas, cantos rodados si era posible, y calentarlas hasta que alcanzasen una temperatura muy elevada. Llevaban las rocas al hoyo, utilizando unas pinzas de madera o similar para no quemarse las manos, y arrojarlas al agua. Cuando había suficientes piedras, el agua empezaba a borbotear o hervir, y podía introducirse la comida.
Por último, cubrían con una capa aislante, hecha de hierba, hojas, piel o tierra. Cuando la temperatura del agua descendía, añadían más rocas calientes para que siguiese hirviendo hasta que la comida estaba lista.
Había otras variantes. En ocasiones las rocas se calentaban dentro del propio hoyo en lugar de hacerlo en una hoguera separada; había dos compartimentos contiguos, uno para el agua y el otro para el fuego y las rocas.
Muchas veces, los alimentos se cocían al vapor en vez de hervirlos, los tubérculos o los trozos de carne podían envolverse con hojas e introducirse en el hoyo de las rocas calientes, sin necesidad de añadir agua, en cuyo caso el agujero en el suelo hacía más de horno que de caldera.