En la Edad Media, los ladrones, infanticidas y bígamos eran
ahorcados con tres cuerdas.
La gran demanda de cadáveres para practicar autopsias en los
hospitales y otros centros médicos londinenses provocó que en el siglo XX un
grupo de ladrones de cadáveres profesionales conocidos como la banda Borough.
Según Julien Offray de La Mettrie, médico y autor del ensayo El hombre
máquina (1748), el ser humano debe disfrutar de los placeres carnales y de la
repostería trufada hasta la saciedad. Llevada a la práctica su teoría, De la
Mettrie no pudo resistir el empacho; enfermó y falleció.
Entre 1560 y 1670 se ejecutaron solo en el sudeste de
Alemania 3200 brujas.
Las mujeres de la antigua Grecia empezaban a contar su edad
desde que se casaban.
En Inglaterra, los ahorcados eran expuestos durante un
tiempo como medida ejemplar. Para evitar que fueran atacados por animales
carroñeros eran embadurnados completamente con alquitrán.
Cuando al matemático alemán Karl E. Gauss (1777-1855) se le
comunicó que su esposa estaba a punto de morir, él, que estaba trabajando,
respondió: “Si, si, pero pídale que espere un momento hasta que acabe con
esto”.
El día del entierro del boxeador británico Tom Sayers
(1836-1865) acudieron al cementerio para dale el último adiós 30 000 personas.
En el momento de la inhumación, todos se quisieron acercar a la tumba, pero
como no podían, la emprendieron a puñetazos.
En la antigüedad, el número de peldaños en los patíbulos
variaba según la jerarquía del condenado. El rey podía pedir que le colocaran
un número ilimitado; los duques, ocho; los condes; seis; los barones, cuatro, y
la gente humilde, dos.
En 1929, el 29 % de las mujeres asesinadas en Estados Unidos
fue a mano de sus maridos, ex maridos o compañeros sentimentales.
Los egipcios morosos no podían ser enterrados hasta que la
familia saldara todas sus deudas.