COCODRILOS CAZANDO

Los cocodrilos son animales de sangre fría, pero no por eso son lentos. Su corazón tiene cuatro cavidades y músculos parecidos a los de nuestro diafragma para que el oxígeno circule rápidamente por todo el cuerpo y puedan tener explosiones de velocidad.

Cazan por sorpresa, su táctica favorita es quedarse quietos en el río dejando solo los ojos y la nariz fuera del agua para salir a toda velocidad y sorprender a los animales que se acercan a la orilla. Si su ataque inicial falla son capaces de perseguir a su presa por tierra a 17 kilómetros por hora.

Cuando atrapan a su presa la arrastran hasta el agua y la sumergen. Como los cocodrilos pueden aguantar la respiración hasta 30 minutos, es mucho mejor ahogar a la presa que arriesgarse a que escape al abrir la mandíbula. La forma de los dientes es adecuada para apretar y perforar, no tienen incisivos ni premolares para desgarrar la carne, así que tienen que ingeniárselas para comer.

Muerden a la presa con los dientes frontales y giran con los dientes frontales y giran con mucha fuerza sobre su propio eje para arrancar el trozo. Los cocodrilos tampoco tienen labios y por tanto no pueden cerrar la boca para comer. Esto implica que no pueden tragar debajo del agua sin ahogarse, así que cada vez que arrancan un trozo de carne tienen que sacar la cabeza del agua y lanzarlo para que caiga en el fondo de las fauces. Ante la escasez de alimento, el metabolismo del cocodrilo puede permanecer sin alimento hasta dos años.

Tienen de 64 a 70 diente que van cambiando durante toda su vida. Pueden sacar la lengua porque está pegada a la parte inferior de la mandíbula. Las glándulas de sal están en la parte superior de la lengua, con ellas los cocodrilos se deshacen del exceso de sal que acumulan al vivir en agua salada. El músculo de la mandíbula es enorme, al estar colocado justo donde se abren las fauces proporciona una fuerza extraordinaria. La mordida del cocodrilo tiene el doble de fuerza que la del tiburón blanco. Los ojos están en la parte superior de la cabeza para vigilar la orilla mientras están debajo del agua. Tienen membranas nictitantes que los protegen de la humedad.