LA POCA INTELIGENCIA DE DAN COOPER
El 24 de noviembre de 1971, un hombre llamado Dan Cooper, que resultó llamarse D. B. Cooper, abordó un avión Boeing 727 de la Northwest Orient Airlines en Portland.
En mitad del vuelo, Cooper presentó sus exigencias: quería doscientos mil dólares y cuatro paracaídas, si no se cumplían sus deseos explotaría el avión.
Se le comentó que los aviones comerciales no llevan paracaídas, pero él insistió. Se le ofreció aterrizar en Seattle, Washington, para conseguir el dinero y los paracaídas, siempre que él dejase libres a los pasajeros.
Cooper accedió y pidió que le explicaran cómo abrir la puerta de popa, y luego exigió a la azafata que saliera de la cabina de pasajeros.
Cuando el avión aterrizó en Reno, la escotilla estaba abierta y tanto Cooper como el dinero habían desaparecido. Fuera del avión rugía una tormenta horrible: la temperatura era de cincuenta y un grados bajo cero. Cooper había saltado provisto solo de su ropa de calle y el avión sobrevolaba un bosque helado en medio de la noche.
La investigación oficial de FBI dictaminó que Cooper tuvo que haberse congelado mientras caía en medio de la tormenta colgado de su paracaídas y vestido con poca ropa. Si no fue así, cayó en el bosque o al río Columbia, por lo que murió por ahogamiento, frío o hambre, porque las únicas provisiones que llevaba eran una bolsa de cacahuetes, regalo de la Northwest Orient Airlines. Nunca se encontró el cadáver, quizás algún día…
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