7 de diciembre de 2021

LA SERVILLETA Y LUIS XIV

 

En la corte de Luis XIV los manteles eran de damasco, llegaban hasta el suelo, y las servilletas eran inmensas. Se almidonaban y después se planchaban dándoles formas de mitras, de flor, de abanico…

Hablando de estas servilletas almidonadas y planchadas existe una anécdota protagonizada por Luis XIV y las hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl

San Vicente era un sacerdote muy virtuoso, un verdadero ángel de la caridad, muy protegido por la reina madre, Monsieur Vicent de Paul, como le llamaban, estaba fundando la orden de las Hermanas de la Caridad. Todas las damas de la corte le ayudaban con sus aportaciones pecuniarias a la fundación y discutían acaloradamente sobre cómo tendrían que vestirse las hermanas.

Se pusieron de acuerdo en cómo sería el hábito, pero no coincidían respecto al tocado, cuando Luis XIV tuvo una inspiración, cansado de oírlas discutir.

Acababa de sentarse a la mesa con mademoiselle de Lavallière, su gran favorita, cuando, cogiendo su servilleta, sin desdoblarla, se la colocó a Lavallière en la cabeza, quedando en la forma que se conoció poco después, como dos alas de golondrina desplegadas. Todos los presentes pegaron gritos de admiración, y al momento quedó resuelto el conflicto de la toca.

El hábito era igual que los trajes que llevaban las mujeres de clase modesta del siglo XVII. El cuerpo lleno de costadillos, el delantal con media hilera de frunces, las mangas anchas y dobladas. Las españolas cambiaron el hábito transformándolo en color negro, y la cofia, en vez de desplegarse en alas se recogía.

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