15 de octubre de 2019

HISTORIAS CON NIÑOS


Para que tuvieran un cráneo aplanado a la moda, los bebés de la tribu chinouk, indígenas del norte de Estados Unidos, eran atados entre tablones, de la cabeza a los dedos de los pies, hasta que tenían alrededor de un año de edad.

Aunque no contaban más que con cinco y tres años de edad, Susan y Deborah Tripp, dos hermanas estadounidenses, pesaban en 1829, 113 y 56 kilos.

En 1852, la policía calculaba que 10 000 niños abandonados huérfanos o fugitivos de su casa estaban vagando por las calles de Nueva York.

Nueve litros de cerveza eran incluidos en la dieta semanal para cada niño en el hospital de Norwich, Inglaterra, en 1632.

Los cuentos de Hans Christian Andersen fueron recibidos con criticas desfavorables. Decían que eran muy inadecuados para niños y positivamente perjudiciales para la mente.

Para que sus hijos pudieran adquirir modales correctos y aprender un francés correcto, los tramperos y lancheros franceses que exploraban Norteamérica establecieron un pequeño París en St. Genevieve, Missouri, en el año 1760. Se esperaba que en la escuela de educación social, los niños adquirirían los dos elementos de la auténtica cortesía, gracia y desinterés.

A principios del siglo XVII, más de 1000 niños fueron secuestrados en Europa y embarcados a los Estados Unidos como criados contratados.

Cuando ya era presidente de los Estados Unidos, Franklin Roosevelt, comentó que su madre, que tenía más de ochenta años, que nunca había salido de casa sin que su madre gritara tras él: “Frankiln, ¿estás seguro que llevas ropa lo bastante caliente?”.

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