5 de octubre de 2019

ANTIGUOS PUEBLOS


El colorante natural púrpura real eran tan caro porque se obtenía de la glándula anal de un pequeño molusco del Mediterráneo, su producción era la especialidad de la antigua fenicia de Tiro, su utilización se limitaba a la realeza. Los moluscos no solamente eran de tamaño pequeño, sino que las cantidades asequibles también eran reducidas. Solo podían producirse pequeñas cantidades de tinte, y como resultado el precio era muy alto. Antes de 1856, los únicos tintes disponibles por la humanidad para teñir textiles eran los que podían ser encontrados en la naturaleza.

La ciudad más antigua habitada continuamente, Damas, siria, estuvo poblada desde el año 2000 a. C.

Las ricas minas de estaño de Cornualles, en la extremidad sudoccidental de Inglaterra, fueron excavadas en el siglo XIII a. C., por los fenicios en busca del metal que interviene en la fabricación del bronce. En más de 3000 años han sido extraídos alrededor de 3 000 000 toneladas de estaño de las minas de Cornualles.

El navegante fenicio Hanno fue el primero que circunnavego África. Efectuó la hazaña alrededor del año 500 a. C. Observó que en el extremo meridional de África el sol del mediodía brillaba en el norte. Esto le pareció ridículo a Heródoto, el historiador griego, quien informó sobre el relato. Ese mismo informa muestra que Hanno si circunnavegó África. No hubiera podido imaginar al sol brillando en la parte equivocada del firmamento si no lo hubiera visto.

Los antiguos casi no sabían nada respecto a las mareas, porque virtualmente no hay ninguna en el Mar Mediterráneo. El primer griego que informó sobre las mareas fue el explorador Piteas, quien exploró el Atlántico Norte en el año 270 a. C. Cuando Julio César invadió Gran Bretaña, más de dos siglos después, perdió muchos barcos porque no los atracó a la altura suficiente. No se le ocurrió tomar en cuenta las mareas.

Cuando Arquímedes descubrió el principio de flotación en la bañera, corrió desnudo por las calles de Siracusa, gritando “Eureka, Eureka” (lo encontré, lo encontré). Ese gesto no era tan raro, los griegos solían hacer ejercicios desnudos y la visión de una figura masculina desnuda no significaba mucho para ellos.

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