29 de septiembre de 2015

PAPAS CON HISTORIA (3)


El nombre más utilizado por los papas ha sido Juan, ha habido veintidós. Gregorio se ha utilizado en dieciséis ocasiones, Benedicto quince veces, Clemente en catorce ocasiones, León e Inocencio en trece, y el de Píos en doce.

Pío XI (1857-1939), era un gran aficionado al automovilismo y a los coches deportivos. Durante su pontificado mando construir un garaje especial para sus 16 coches, tres de ellos deportivos. Cuentan que en varias ocasiones fue retenido por la policía italiana por exceso de velocidad.

El mismo papa, Pío XI, jugaba al billar y pasaba mucho tiempo practicando contra los cardenales y los miembros de la Guardia Suiza. Las apuestas estaban prohibidas pero el papa les regalaba un pequeño crucifijo a los contrincantes a los que ganaba.

Juliano della Rovere, el papa Julio II (1443-1513) era famoso por su valor y por dirigir a sus tropas en las batallas. Antes de la batalla se ponía una coraza dorada y se situaba en primera línea. Fue nombrado consejero en la guerra entre Nápoles y Roma. Después de la muere de Pío III, Juliano fue elegido papa. En 1506 volvió a ponerse al mando de las tropas para recuperar las ciudades de Perugia y Bolonia.

Pío XII tenía un canario como mascota, al papa le gustaba sacarlo de la jaula y que volase en las estancias del Vaticano. Cuando el papa levantaba un brazo, el canario se posaba en su cabeza.

Clemente XII (1652-1740) se quedó ciego en 1732, a causa de una extraña enfermedad. Además no podía estar demasiado tiempo de pie, ya que sufría gota.

Juan XXIII tuvo problemas con el hábito al ser nombrado papa. El sastre del Vaticano siempre prepara tres hábitos blancos el día de la celebración del Cónclave para elegir al nuevo papa. Como nunca se sabe prepara una de la talla pequeña, uno de la mediana y otro de la grande. Juan XXXIII era bastante grueso y la talla grande le estaba estrecha. El hábito le estaba tan estrecho que no podía ni levantar los brazos para dar la bendición en la plaza de San Pedro.

Otra de Juan XXIII se acostaba a las diez de la noche y se levantaba a la una de la mañana, sólo dormía tres horas. Durante las horas nocturnas se dedicaba a leer y escribir. Sus comunicados papales las escribía de madrugada. Sobre las seis de la mañana dormía media hora y después volvía con sus actividades.

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