3 de septiembre de 2015

INDUSTRIA DEL TEJIDO EN EL SIGLO XVIII


Durante el siglo XVIII, en Inglaterra, las industrias del tejido se transforman gracias al nuevo mercado que ofrecen las colonias españolas, a la abundante importación de algodón de la India y a la extensión de las factorías-sederias creadas al final del siglo XVII por los hugonotes (seguidores de las ideas de Juan Calvino) exiliados de Francia.

La fabricación de los paños seguía siendo la base de la actividad británica; pero el algodón, que entraba en gran cantidad a pesar de las restricciones legales, abrió a la industria un nuevo campo, mayó aún por el Tratado de París cediendo India a Inglaterra al final de la Guerra de los Siete años.

Nuevos inventos aumentaron la producción de tejido de todas clases. La nueva lanzadera volante (1733) de John Kay, consiguió aumentar la velocidad de producción de tejidos, eso provocó una mayor demanda de hilos, pudiendo subir los precios y empujando a inventar mejores máquinas de hilado. En 1785 se instaló la primera máquina a vapor para mover un telar de algodón, la inventó James Watt.

Tejedurías e hilaturas se desarrollaron en Manchester para el algodón, en Norwich para la lana y Coventry para la seda. Esta industria mecánica implicó una reducción de los precios de coste y los tejidos ingleses, por ser los más baratos, conquistaron los mercados.

El algodón trajo consigo el tráfico de esclavos, los negreros de Liverpool transportaban cargamentos de algodón de la India o a través del Atlántico, de los nuevos Estados Unidos de América, donde el cultivo del algodón se daba desde el siglo XVII, de Virginia a Carolina del Sur, Georgia y Lousiana. 45.000 esclavos negros se vendían al año en las nuevas plantaciones inglesas del Nuevo Mundo.

En las primeras décadas del siglo, comienzan a preocuparse e investigar sobre la luz y el color, mejorando las técnicas del tintado. Newton define los llamados colores primarios y después J.T. Mayer establece los principios químicos de estas mezclas llegando a obtener 91 matices principales y 9.381 tonalidades de color inapreciables por el ojo humano.

Durante todo el siglo XVIII aparecieron logros científicos de los que los tintoreros extrajeron aplicaciones prácticas. De todos estos adelantos, la vestimenta obtuvo una gran variedad de colores.

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