12 de septiembre de 2015

MEDICINA MEDIEVAL


La medicina medieval además de caracterizarse por sus insuficiencias, también supo responder, como se podía, a las necesidades de los enfermos. El nivel de atención variaba, según los establecimientos. La medicina monástica fue fundamental en la Edad Media, con ella, los enfermeros también fueron esenciales.

Éstos tenían la obligación de preparar en cada ocasión lo necesario para el restablecimiento de los enfermos. Después de las oraciones nocturnas, si alguno de ellos no se había levantado, tomaba una linterna y paseaba de cama en cama para averiguar el motivo. Si alguno de podía levantarse, regresaba con el mayordomo del monasterio al amanecer, para consultar con él sobre las medicinas que convenían al enfermo para su pronta mejoría.

Pimienta, canela, jengibre y otras plantas medicinales siempre estaban presentes en el pequeño armario que tenía, de esa manera siempre disponían de remedios para aliviar a los enfermos. En caso de que el enfermo sintiera un dolor repentino, se le preparaba inmediatamente un medicamento. Como medicamento que se podía tomar con frecuencia y sin peligro utilizaban “oximel”, que era un jarabe elaborado con vinagre y miel. Como laxante usaban rábano blanco.

En esta época se introdujo la medicina árabe en Occidente, gracias a la traducción al latín de algunos textos. La traducción de Constantino el Africano de un tratado de Ali ibn al-Abbas al-Magusi, el Pantegni, permitió a los occidentales tener informaciones con más detalle. Eso permitió tener más información sobre anatomía y fisiología 

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