16 de enero de 2022

LAS REUNIONES DE AMIGOS SEGÚN JEAN FRANÇOIS BOURGOING

 

Jean François Bourgoing (1748-1811), diplomático, escritor y embajador, llegó por primera vez a España en septiembre de 1777, en calidad de secretario de la embajada francesa en España. Escribió sus impresiones de España en un libro titulado “Nuevo viaje a España”.

Sobre las reuniones de amigos, concretamente sobre los llamados refrescos dijo:

“Tienen los españoles, además de los bailes particulares y los conciertos, otros puntos de reunión, como son las tertulias y los refrescos.

Los refrescos, inventados por el lujo y la golosina, tampoco contribuyen gran cosa al acercamiento entre ambos sexos. Durante el curso del año consisten solo en ligeras meriendas que se ofrecen a las personas cuya visita se recibe; son como el preludio de las tertulias. Pero en las ocasiones solemnes, cuando se trata de celebrar una boda, un bautizo o el cumpleaños del dueño de la casa, el refresco es un asunto importante y muy dispendioso.

Se invita a todos los conocidos. A medida que van llegando, los hombres forman grupo aparte de las mujeres. Éstas se sientan en una habitación y la etiqueta exige que permanezcan solas hasta que haya llegado todo el mundo. La dueña de la casa las espera sobre un canapé, situado en un lugar determinado del salón, que, según la costumbre antigua, que aún subsiste en parte, se llama el estrado, encima del cual hay colgada generalmente una imagen de la Virgen.

Al aparecer el refresco, la conversación se anima y damas y caballeros se reúnen. Primero se pasan rondas de vasos de agua, en los cuales se deja luego disolver azúcar esponjado (azucarillos); se reparten luego tazas de chocolate, alimento favorito de los españoles, que lo toman dos veces diarias y lo consideran tan beneficioso para la salud o por lo menos tan inocente que no se lo niegan ni a los moribundos.

Tras el chocolate vienen, con abundancia extremada, los dulces y golosinas de toda clase y colores. La concurrencia no solo come allí hasta hartarse, sino que llena de golosinas grandes cucuruchos de papel, los sombreros y hasta los pañuelos. El extranjero admitido por vez primera a esta especia de banquete donde solo faltan licores alcohólicos, no ve la nación sobria por ninguna parte.

A los refrescos siguen generalmente el baile o el juego, pero es muy raro que se terminen con una cena. Ésta es muy frugal en España y casi nunca se hace en compañía. La cocina española, tal como la recibieron de sus ascendientes, no suele ser del agrado de los extranjeros”.

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