23 de enero de 2022

INDÍGENAS

 

P. T. Barnum contrató a un grupo de indios para su famoso Museo Norteamericano del siglo XIX. Parte de la actuación de estos para ejecutar una danza de bodas dos veces al día. El jefe exigió un cobertor nuevo de lana roja, con un precio de diez dólares, para que el novio obsequiara al padre de la novia. Cuando Barnum descubrió que tenía que haber un nuevo cobertor para cada actuación, se quejó, diciendo que la boda era únicamente simulada. Cuando el jefe insistió en que la danza era genuina, Barnum tuvo que pagar 120 dólares adicionales a la semana.

Cuando Colón regresó a España después de regresar del Nuevo Mundo, viajaron con él seis aborígenes. La segunda vez que regresó llevó 500, junto con la sugerencia que fueran vendidos como esclavos en Sevilla. El plan de Colón fue vetado por la reina Isabel, quien ordenó que los indígenas fueran devueltos a Haití.

Los indígenas de la costa noroeste de Norteamérica celebraban grandes fiestas ceremoniales en las que los anfitriones distribuían obsequios a los invitados. La fiesta se llamaba “potlatch”. Los invitados aceptaban regalos entendiendo que en el futuro darían al anfitrión un obsequio todavía mejor. Algunas veces esta costumbre era aprovechada para provocar el empobrecimiento de una persona que les desagradaba, la cual tenía que hacer un obsequio que tal vez no podría permitirse. Los aborígenes kwakiutl del área celebraban enormes potlatches como un reto a un jefe rival. El jefe kwakiutl quemaba toda su propiedad y sus pertenecías para mostrar su gran riqueza. En uno de estos potlatches, el jefe que había sido invitado trató de apagar el fuego con siete canoas y cuatrocientos cobertores; pero no tuvo éxito porque el anfitrión siguió vaciando aceite sobre el fuego hasta que la casa quedó quemada casi en su totalidad.

La madre de Winston Churchill era una octava parte iroquesa, de la Confederación India Norteamericana, y a eso atribuía su excesiva energía.

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