9 de marzo de 2021

UNA AVENTURA DE SIMBAD EL MARINO

 

Simbad no soportaba la vida en la ciudad, por ello siempre que podía se hacía a la mar. En una de sus rutas llegó a un islote desconocido y, después de dar un paseo, su barco partió sin él. Se quedó allí paseando hasta que llego a una enorme roca blanca.

Estaba muy sorprendido y mucho más cuando llegó un enorme pájaro y se sentó en la roca, haciéndole llegar a la conclusión que la roca no era una roca, sino un huevo enorme, era un huevo del pájaro roe. Simbad, con ayuda de su turbante se ató a una pata del pájaro y cuando éste emprendió el vuelo, pudo votar intentando el regreso a casa.

Cuando tomó tierra y se desató del ave estaba en un lugar montañoso y sin vida alguna. Decepcionado, miró a su alrededor y vio que el suelo estaba totalmente cubierto de brillantes, millones de diamantes esparcidos del tamaño de un melón. Pero tanta riqueza no le servía para nada, se encontraba solo y en un lugar desierto.

De repente, comenzó a llover. Pero no era agua lo que caía del cielo sino trozos de carne que se insertaban entre los diamantes y que luego los pájaros recogían para llevarlos con su vuelo a otros lugares. Simbad cogió algunas joyas que metió en su bolsa y se ató a uno de los trozos de carne. Luego se acostó boca abajo en el suelo para pasar desapercibido hasta que llegó otro pájaro que lo cogió pensando que era un trozo de carne.

Simbad fue elevado al cielo. Voló y voló, maravillado del mundo que veía. El enorme pájaro se posó sobre un árbol para anidar. Mientras Simbad pensaba en cómo volver a la civilización, de repente, oyó el grito de una persona. Apareció un hombre que consiguió ahuyentar al pájaro y habló con Simbad. Era el hombre que tiraba los trozos de carne para coger los diamantes cuando los pájaros volvían a su nido.

Simbad quedó entusiasmado con la inteligencia de ese hombre, en agradecimiento por el rescate, le dio los diamantes que él había recogido. El hombre llevó a Simbad por la ladera de la montaña hasta la orilla del mar y lo acompañó al siguiente barco que atracó en el puerto. Simbad pudo continuar con sus cientos de viajes.

0 comentarios :