VIAJANDO EN UN PAQUETE POSTAL
En el año 1914, May Pierstorff, una niña de cuatro años de
Grangeville (Idaho), le pidió a sus padres visitar a su abuela que vivía en
Lewiston (Maine), a más de ciento veinte kilómetros de distancia. El billete de
tren era muy caro, así que sus padres buscaron otra alternativa.
Se enteraron de que no había ninguna norma o prohibición
específica de enviar a personas como paquetes postales. Decidieron que
enviarían de esa manera a la pequeña May.
Pocos días después, el19 de febrero de 1914, los padres de
la niña presentaron un paquete en la oficina de correos de Grangeville que pesaba
veintidós kilos exactos, el límite permitido era de 22,68 kilos. El franqueo,
que costó cincuenta y tres centavos de dolar en sellos, iba adherido al abrigo
de May.
La niña nunca estuvo en una caja, viajó en el compartimento
de correo del tren y, una vez que el tren llegó a Lewiston, fue entregada sana
y salva en casa de su abuela por el cartero, Leonard Mochel.
Otro caso fue éste: En el año 2004, Sandra De los Santos era una estudiante de
derecho en la Habana, que se fue de vacaciones a las Bahamas. Una vez allí se
metió a sí misma en una caja de madera que mandó enviar a los Estados Unidos. En
la caja, con ella, metió un teléfono móvil y una botella de agua.
Seis horas más tarde llegó a Miami, los trabajadores de DHL
escucharon una voz que provenía de la caja y la abrió. Sandra, una vez allí, pidió
asilo político en Estados Unidos y se le concedió.
0 comentarios :
Publicar un comentario