GILES COREY Y EL JUICIO DE SALEM
Entre febrero de 1692 y mayo de 1693 se llevaron a cabo los
procesos por brujería de Salem, Massachusetts. Unas doscientas personas fueron
detenidas y encarceladas con escenas de delirio e histeria colectiva de la
comunidad. Todos sospechaban de los vecinos que no se ajustaban a los
parámetros religiosos puritanos, los acusaban de brujería y de estar poseídos por
el demonio.
Se cree que cinco de los acusados murieron en prisión y que
los que fueron a juicio, unos veintiséis, fueron condenados a la horca. El proceso
se desarrollo únicamente basado en las sospechas y rumores, sin ninguna
garantía legal para los acusados.
La ley dictaba que los que se negasen a declarar serían
sometidos al “peine forte et dure”, o la tortuga. Este método de tortura era el
siguiente: al interrogado se le tumbaba en el suelo, poniéndole un tablón
rectangular encima, que se asemejaba a la hoja de una puerta. En dicho tablón
se colocaba peso gradualmente (normalmente rocas), produciendo aplastamiento
paulatino hasta que la persona moría o "confesaba". El tormento se
podía prolongar bastante tiempo según el peso que se añadía.
De esta manera torturaron a Giles Corey, un granjero de
ochenta años, detenido junto a su mujer Martha Corey, y que se negó a declarar.
A Giles le había acusado una chica de brujería el 14 de abril de 1692,
El 17 de septiembre de 1692 empezó su tortura. El juez la
paraba de vez en cuando por si Giles quería confesar, pero las únicas palabras
que decía eran: ¡Más peso!, ¡Más peso! Los presentes, creían que sus palabras tenían
truco, así que seguían poniéndoles más peso, él repetía lo mismo.
Después de dos días de tortura murió por asfixia y aplastamiento.
Antes de morir maldijo a todo el pueblo de Salem. Fue enterrado en una tumba
anónima en Gallows Hill. Su esposa que también se había declarado inocente durante
el juicio, fue ejecutada tres días después de la muerte de su esposo.
Efectivamente las palabras de Giles Corey tenían truco. Según
la ley inglesa, como Corey no había sido condenado a muerte en un juicio, ya
que no llegó a ser procesado, al no confesar, sus propiedades pasaron a sus
familiares, en lugar de ser confiscadas por el Estado.
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