ALIMENTACIÓN EN LA EDAD MEDIA
La máxima preocupación en las mesas de la Edad Media, la
elaboración de los productos que se consumían ya que formaba un signo de
distinción y prestigio social. El lujo no radicaba en los productos, sino en la
forma de cocinarlos. En la Baja Edad Media empiezan a aparecer en Europa
Occidental los primeros recetarios de cocina.
Los alimentos indicaban el nivel social de quién los poseía.
En la época medieval existían decretos que establecían que alimentos podían ser
consumidos por los nuevos ricos y cuáles no. Esas mismas normas ordenaban que
el alimento de las clases obreras se debía refinar menos que el de las clases
sociales altas, se creía que el trabajo manual duro requería un alimento con características
menos refinadas y menos costosas.
La sociedad medieval comía dos veces al día; almuerzo al
mediodía, y una pequeña merienda por la tarde-noche. En caso de celebraciones
sociales, las meriendas se sustituían por un gran banquete.
El pan era fundamental en la alimentación, lo elaboraban con
harina, mezcla de trigo y centeno. Las carnes más consumidas eran la de cerdo y
pollo, la ternera era muy poco común. Existía una extensa variedad de pescado
fresco. Utilizaban mucho la leche de almendras, tanto dulces como amargas, esta
leche la utilizaban en platos de estofados, en salsas, etc. Era habitual el consumo
de higos, nueces, piñones, pasas. Las frutas dependían de la época, las más utilizadas
eran las manzanas y las uvas. También consumían arroz, zanahorias, cebollas,
ajos, etc.
Lo condimentaban todo con especias como nuez, clavo,
jengibre, azafrán, canela, mostaza, pimienta, orégano, perejil, etc.
El arte de servir la mesa lo introdujo en al-Andalus desde
la corte de Bagdad, el músico y poeta Ziryab, que llegó a Córdoba en el siglo
IX. Enseñó a los cordobeses el arte de cocinar y servir los alimentos. Implantó
el orden con el que debían servirse los platos, las bandejas cubiertas con
paños de cuero fino, que los vinos se sirviesen en copas, en lugar de en vasos
de oro y plata, etc.
Los reyes y nobles preparaban en sus cortes a los que se iban
a ocupar de servirles la mesa, formándoles profesional y moralmente. Alfonso X
sigue los consejos de Aristóteles, que mucho antes había dado unos consejos a
Alejandro Magno: “los servidores deben proceder de buen lugar, pues de ese modo
tendrán vergüenza de actuar mal, han de tener buen seso, porque así sabrán lo
que les conviene, y deben poseer algunos bienes, porque si son medianamente
ricos, no se dejarán arrastrar por la codicia”.
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