CLASES SOCIALES EN EL SIGLO DE ORO
En el Siglo de Oro había diferencia ante la ley, para los
nobles y los plebeyos. El primer privilegio nobiliario era la dispensa de
impuestos directos. Ese no era el único, los nobles no podían ser sometidos a
torturas, sólo en casos excepcionales, no los apresaban por deudas, y si
ingresaban en prisión su régimen penitenciario era especial; no podían ser
azotados ni enviados a galeras. En caso de pena de muerte no se les ahorcaba, se
les decapitaba.
En cualquier acto público los nobles tenían derecho preferente
sobre los plebeyos. Compraban carne sin sisa, tenían derechos determinados de
caza, monopolio de algunos oficios, etc. Los matrimonios entre plebeyos y
nobles eran casi imposibles. Los plebeyos que no tenían esperanza alguna de
ascender en la escala social se tenían que conformar con presumir de lo que
tenían.
En la nobleza existían jerarquías. Los primeros era los Grandes,
que poseían grandes señoríos, muchos tenían sangre real y el rey les daba el tratamiento
de primos y podían permanecer cubiertos delante del rey. Los segundos en la
lista eran los títulos; condes y marqueses, también poseían señoríos y rentas abundantes,
que les permitían vivir sin necesidad de trabajar con sus manos, rentas que completaban
con el disfrute de cargos municipales.
Otro de escalón social eran los hidalgos. La denominación
viene de “Hijosdalgo” (Hijos de algo), eran descendientes de personas que se
habían distinguido por sus hechos o por su posición. Éstos normalmente vivían
en aldeas y pequeñas villas, muchos de ellos no tenían demasiados recursos
económicos y en los padrones municipales figuraban como mendigos. Su día a día
era ganarse la vida trabajando, a las dos o lastres de la tarde paseaban con la
espada al cinto. Si ganaban 200 o 300 reales, ya no hacían nada hasta que lo gastaban
y entonces a trabajar de nuevo.
Durante los siglos XVI y XVII se crearon nuevos títulos
nobiliarios. En 1520 sólo había 26 grandes y en 1616; 19 duques, 65 marqueses y
68 condes, más otros cincuenta títulos en la Corona de Aragón. Felipe IV creó 115
títulos y Carlos II, 295.
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