ALEJANDRO MAGNO Y SUS HERIDAS DE GUERRA
Alejandro Magno, durante toda su vida, se vio envuelto en
muchas batallas, es normal que en muchas de ellas saliese herido.
Durante el asedio en el valle de Swat, en Pakistán, (327 a.
C.), Alejandro fue herido por un dardo. Gracias a su armadura el dardo no
profundizó en su hombro.
En el asedio de Massaga (327 a. C.), lo hirieron con una
flecha en el talón, se rompió el hueso del tobillo.
Mientras sofocaba una revuelta en Cirópolis (ciudad fundada
por el rey Ciro el Grande de Persia) (329 a. C.), Alejandro llevó a sus hombres
a través de un lecho seco bajo las murallas enemigas y fue golpeado por una
piedra en la cabeza y en el cuello. Estas pedradas le dejaron conmocionado.
Después de capturar a Bessos (noble y asesino persa) (329 a.
C.), los griegos fueron atacados con piedras, arcos y flechas, por unas tribus
cerca de Samarkanda. Una de esas flechas se clavó en la tibia de Alejandro.
En el año 332 a. C., los vaticinios anunciaron que lo
herirían en Gaza, esas premoniciones se cumplieron y Alejandro fue herido, un
proyectil lanzado por una catapulta le partió el escudo en dos, atravesó su
armadura y le golpeó en el pecho.
En la batalla de Gránico (334 a. C.), Rhoesaces, noble persa,
le golpeó en la cabeza, y le partió el yelmo en dos. A pesar del susto, todavía
le quedaron ganas a Alejandro de atravesar con su lanza el pecho de su enemigo.
Cuando regresaba hacia Grecia bajando el río Indo, Alejandro
sitió Punjab. La escalera por la que escalaba las murallas fue derribada. Recibió
una flecha en el pulmón pero siguió su lucha hasta que la hemorragia le dejó
sin fuerzas.
0 comentarios :
Publicar un comentario