10 de abril de 2014

ALEJANDRO MAGNO Y SUS HERIDAS DE GUERRA


Alejandro Magno, durante toda su vida, se vio envuelto en muchas batallas, es normal que en muchas de ellas saliese herido.

Durante el asedio en el valle de Swat, en Pakistán, (327 a. C.), Alejandro fue herido por un dardo. Gracias a su armadura el dardo no profundizó en su hombro.

En el asedio de Massaga (327 a. C.), lo hirieron con una flecha en el talón, se rompió el hueso del tobillo.

Mientras sofocaba una revuelta en Cirópolis (ciudad fundada por el rey Ciro el Grande de Persia) (329 a. C.), Alejandro llevó a sus hombres a través de un lecho seco bajo las murallas enemigas y fue golpeado por una piedra en la cabeza y en el cuello. Estas pedradas le dejaron conmocionado.

Después de capturar a Bessos (noble y asesino persa) (329 a. C.), los griegos fueron atacados con piedras, arcos y flechas, por unas tribus cerca de Samarkanda. Una de esas flechas se clavó en la tibia de Alejandro.

En el año 332 a. C., los vaticinios anunciaron que lo herirían en Gaza, esas premoniciones se cumplieron y Alejandro fue herido, un proyectil lanzado por una catapulta le partió el escudo en dos, atravesó su armadura y le golpeó en el pecho.

En la batalla de Gránico (334 a. C.), Rhoesaces, noble persa, le golpeó en la cabeza, y le partió el yelmo en dos. A pesar del susto, todavía le quedaron ganas a Alejandro de atravesar con su lanza el pecho de su enemigo.

Cuando regresaba hacia Grecia bajando el río Indo, Alejandro sitió Punjab. La escalera por la que escalaba las murallas fue derribada. Recibió una flecha en el pulmón pero siguió su lucha hasta que la hemorragia le dejó sin fuerzas.

0 comentarios :