12 de abril de 2014

INTRIGA CON LOS RESTOS DE FRANCESCO PETRARCA


A Francesco Petrarca (1304-1374), poeta y humanista italiano, lo enterraron en 1374 en la iglesia de Arqúa, cerca de Padua en Italia. De ahí lo trasladaron a un sepulcro cerca del anterior. A la sepultura la partió un rayo y, al quedar una grieta, Tomasso, un fraile perturbado, se llevó el antebrazo derecho de Petrarca. Pillaron al fraile, pero nunca dijo que había hecho con lo robado.

La tumba se reparó en 1843, y alguien cogió una costilla, que se devolvió dos años después. En 1876 se volvió a abrir la tumba para un reconocimiento de los restos, como los manipularon mal, el cráneo quedo hecho un desastre.

Durante la Segunda Guerra Mundial, en el año 1946, las autoridades italianas extrajeron los restos de Petrarca para esconderlos (por si alguien los destruía) en el Palacio Ducal de Venecia. El nuevo lugar fue la que había sido su primera tumba de Arqúa.

El 18 de noviembre de 2003, cuando se iba a celebrar el séptimo centenario de su nacimiento, se les ocurrió reconstruir su fisonomía a partir del cráneo. Un grupo de expertos de la Universidad de Padua se hizo cargo de los restos y anunció que se podría ver el rostro del primer poeta lírico moderno (los retratos existentes no son muy fiables).

Los resultados fueron nefastos, la cara de Petrarca les salía con facciones suaves, pómulos femeninos y mentón fino. De esa manera se descubrió que el cráneo que se creía de Petrarca, era en realidad de una mujer. La prueba del carbono 14 desveló que la dueña de la cabeza murió en el siglo XIII, sobre el año 1207.

El resto del cuerpo sí pertenecía a Petrarca. Averiguaron que durante su vida comió muy bien y que un caballo le dio una coz. El profesor Vito Terribile, director del proyecto, pidió que si alguien tenía un cráneo olvidado, de generación en generación, en algún desván que lo devuelva a la Universidad de Padua.

PETRARCA Y SU AMOR POR LAURA

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