30 de septiembre de 2021

THOMAS W. ATTRIDGE Y EL AVIÓN DERRIBADO A SÍ MISMO

 

El 21 de septiembre de 1956, la USAF y la empresa aeronáutica Grumman se encontraban realizando pruebas aéreas y análisis de rendimiento sobre el océano Pacífico en aviones de la serie F-11 Tiger. Uno de los pilotos de pruebas era Thomas W. Attridge, de treinta y tres años, experimentado en este tipo de vuelos. Ese día, pasó a la historia de la aviación como el primer avión que se derribó a sí mismo.

Después de disparar una ráfaga de cuatro segundos con su cañón de veinte milímetros a una altitud de tres mil novecientos metros, aceleró su avión en ángulo descendente. Al alcanzar los dos mil cien metros, volvió a disparar el cañón de veinte milímetros, pero esta vez se vio interrumpido por una brusca sacudida.

Pensando que había chocado con un pájaro, intentó alcanzar la base más cercana y descubrió que el motor de la nave presentaba graves daños y era imposible alcanzar la base, entonces intentó descender a una isla cercana. El aterrizaje fue mal y el avión se vio envuelto en una bola de fuego. Attridge, se rompió una pierna y varias costillas. Le rescataron en un helicóptero enviado desde la base, con una maniobra muy peligrosa.

Después del accidente, permaneció dos semanas en terapia intensiva. La investigación descubrió que el Tiger había sido alcanzado por sus propias balas disparadas segundos antes a tres mil novecientos metros.

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