24 de junio de 2021

MADAME D'AULNOY EN BAYONA

 

Marie-Catherine le Jumelle de Barnerville, baronesa D’Aulnoy, conocida como Madame D'Aulnoy, (1651-1705) fue una escritora francesa, además de ser conocida por sus cuentos de hadas, también lo es por su relato del viaje a España, escrito en 1679.

“Recién llegada a Bayona, supliqué al Barón de Castelnau, que me acompañaba desde Dax, tuviese a bien presentarme algunas señoras agradables con cuyo trato pudiera distraer mis impaciencias mientras esperaba las literas que debían enviarme de San Sebastián.

No le costó mucho trabajo complacerme, pues era muy considerado en Bayona por su nobleza y talento, y al otro día recibí la visita de muchas damas; es costumbre hidalga en este país visitar a los forasteros cuando se averigua su condición.

Aquí son las mujeres algo morenas, tienen los ojos brillantes y el carácter alegre; se presentan amables y cariñosas; el sol comenzó a vivificarlas con sus ardores. De buena gana daría yo muestras patentes de su jovialidad si hubiese comprendido lo que decían hablando unas con otras; porque no desconocen el idioma francés, pero tienen tal costumbre de usar el dialecto de su provincia, que difícilmente podrían expresarse de otro modo en sus conversaciones particulares.

Algunas de aquellas damas llevaban un lechoncito bajo el brazo, como nosotras llevamos nuestros perros falderos; cierto es que los cerdos estaban muy limpios y adornados con cintas y collares de muchos colores; pero de todas maneras, la costumbre resulta extraña, y estoy persuadida de que no todas la damas del país podrán sin repugnancia de su espíritu dedicado a acomodarse a tal uso.

Cuando se decidieron a bailar fue preciso que soltaran a los ruines animales, los cuales armaron más ruido que un pelotón de diablos. Para la danza y a mi ruego, el Barón de Castelnau mandó a buscar gaitas y tamboriles. Un hombre toca simultáneamente una especie de pífano y el tamboril, que es un instrumento de madera en forma de triángulo alargado, sobre el que se mantiene tirante una cuerda que se golpea con un palillo, produciendo un sonido semejante al del tambor.

Los caballeros que habían acompañado a las damas se colocaron cada uno al lado de la suya, y los contoneos empezaron en el círculo que formaban todos, asidos por las manos; luego se hicieron traer ellos bastones largos, soltándose las parejas y alejándose unos y otros por medio de pañuelos que, asidos por las dos puntas, los unían a distancia. Yo los contemplaba gustosa, pero el baile se hacía interminable y aburrido para mí, su desordenado movimiento me fatigaba. Comprendiéndolo sin duda el Barón de Castelnau, hizo entrar varios azafates llenos de ricas y sabrosas confituras. Sirviéronse muchas limonadas y otros helados que se tomaron en abundancia, y así terminó la fiesta”.

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