3 de junio de 2021

EL NIÑO Y EL SIMIO

 

En 1930, Winthrop N. Kellogg (1898-1972), joven psicólogo, recién doctorado por la Universidad de Columbia, decidió dedicar gran parte de sus estudios a diferentes cuestiones sobre la conducta y el aprendizaje. Kellogg decidió investigar para descubrir mediante un experimento científico cuáles eran las causas naturales que marcaban la diferencia entre el comportamiento humano y el comportamiento animal.

En 1931, empezó una investigación a la que llamó “El simio y el niño”. El estudió utilizaría a un chimpancé recién nacido de nombre Gua y a su pequeño bebé de diez meses, llamado Donald. Su objetivo era que estas dos especies tan diferentes convivieran en un mismo contexto, como si se tratara de dos hermanos, utilizando la misma ropa, los mismos juguetes y recibiendo los mismos cuidados. El objetivo era observar la evolución de su comportamiento y los avances en el aprendizaje. Estaba seguro que el simio se adaptaría al comportamiento humano, siempre que se le estimulara desde muy pequeño igual que a un bebé.

Durante nueve meses, el niño y la chimpancé fueron observados y controlados constantemente por un equipo de investigadores. Diariamente fueron examinados en todos los aspectos: presión sanguínea, memoria, tamaño corporal, reflejos, vocalización, reacciones varias, equilibrio, comportamientos, obediencia, comprensión del lenguaje…

Para sorpresa de Kellogg, el entorno no alteró la conducta natural de Gua, así que ella no se humanizó, sino que fue el niño quien empezó a mostrar dificultades de comportamiento y aprendizaje, emitía sonidos de simio, se llevaba todo a la boca, no se comunicaba con las personas, su lenguaje no era entendible, etc.

Su padre, comprendió que le estaba causando un daño de consecuencias impredecibles a su hijo y decidió separarlos antes de que fuera demasiado tarde.

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