24 de febrero de 2021

PREPARATIVOS PARA EL CAMINO DE SANTIAGO EN EL SIGLO XII


En el siglo XII, una vez tomada la decisión de hacer el camino de Santiago, los peregrinos debían ponerse en deuda con la autoridad de la que se dependía, llegado el caso, otorgar testamento, se hacía preciso obtener del sacerdote u obispo correspondiente un certificado, una especie de pasaporte que le acreditaba como peregrino y le daba derecho a ser atendido en su recorrido.

A no ser que se pensase vivir exclusivamente de la caridad, el peregrino debía proveerse del dinero necesario para hacer frente a los gastos de alojamiento y de la ruta (los peajes), sin olvidarse las limosnas que acompañarían la visita a los santuarios. Unos pedían limosnas y otros vendían o empeñaban lo que podían hasta reunir la suma que estimaban suficiente.

Tampoco debían olvidar su indumentaria, que podía resultar su mejor salvoconducto para justificar en el trayecto su condición de peregrino. En ella no podía faltar la alforja ni el bordón, verdaderos atributos de los peregrinos. La alforja, esportilla o pera, se llevaba cruzada al pecho y contenía las provisiones, certificados y la cadena que como ofrenda se entregaba al santo.

El bordón, una fuerte vara de madera de unos dos metros de alto con punta de hierro, ayudaba a caminar cuando las fuerzas decaían y serviría como arma defensiva y no solo frente a las alimañas. Del bordón colgaba una calabaza utilizada como depósito de agua o vino.

El abrigo pardo, la esclavina y el sombrero, además de las insignias, entre ellas la concha o vieira, acababan por identificar y preservar al peregrino. En el caso de las mujeres, además de las faldas, una pañoleta o capuz que les protegía el cabello.

La bendición de la alforja y el bordón era la última ceremonia que se celebraba antes de la partida, ceremonia que tenía lugar en la iglesia y en presencia del sacerdote, familiares y amigos.

Por último, todos lo despedían emocionados en el atrio de la iglesia y el peregrino se unía a la caravana de los que le esperaban. Ir en grupo era la manera de hacer más llevadero y seguro el camino.

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