1 de octubre de 2017

EL DÍA A DÍA DE UN ESPAÑOL SEGÚN BARTHÉLEMY JOLY


Barthélemy Joly, consejero del rey de Francia, escribió un libro durante su viaje por España entre los años 1603 y 1604: “Voyage en Espagne”. Sobre las ocupaciones del día de los españoles dice:

“El ejercicio diario de los españoles es, por la mañana, dedicarse a sus asuntos; sin son grandes, dar audiencia en sus salas, recibiendo los papeles y peticiones que les presentan; después van al Consejo, si pertenecen a él; a misa, ordinariamente a pie, si hace buen tiempo; al regreso del cual su séquito se retira y van a comer, comiendo solos en familia, que llaman en el saco, no habiendo ningún señor en España que tenga mesa puesta ni del que sepan cómo come, de suerte que estando en la presunción en contra de los que se ocultan, no les exceptuaré del proverbio que dice: cebollas y queso traen la corte en peso.

La ración, es la parte, dada en dinero a los servidores, un real y medio o dos todo lo más por día, con el que se alimentan en las tabernas, llamadas tiendas, que están en las entradas de la ciudad o por las avenidas de las buenas calles, bajo pequeños toldos de tela, volviendo después de comer a la puerta de sus amos. Las espórtulas antiguas de Roma, dadas por los ricos a aquellos que se encontraban presentes al levantarse ellos y les acompañaban por la ciudad, parecen haber ocasionado esta costumbre de España, practicada aún por miedo a tener mesa puesta.

Después de haber comido y dormido una buena hora, leen algunos libros de caballería o de historia en su lengua (muy pocos entienden el latín), se entretienen también con visitas ceremoniosas, o bien, si así les parece, con las comedias que se hacen para los tres órdenes, iglesia, nobleza y tercer estado; y se puede supone también que la gran beatería de España deja ir no solo a los eclesiásticos seculares, sino a los frailes sometidos a una regla y clausura, que van sin ningún escándalo.

Porque si no pasan en eso el tiempo, será con algún juego que no sea de azar, que están estrechamente prohibidos, no habiendo en toda Castilla ningunos dados, ni obreros que los hagan o vendan públicamente bajo pena de dos años de destierro a los vendedores, confiscación de todo lo que hayan jugado y condenación a los jugadores a grandes multas, de suerte que juegan a la pelota, al ajedrez, que es muy corriente; pero para juego de azar si no es a las tabas, a los huesos, que los hacen de marfil muy bonito. Juegan mucho a las cartas que llaman naipes y cartetas, porque cartas son misivas, son muy pequeñas, marcadas con copas, dineros, etc…, como los taros, pero tan confuso que el rey será tomado por una sota, ésta por una dama y cuestan tres reales cada uno”.

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