30 de octubre de 2017

SARAH WINNEMUCCA, LA JUANA DE ARCO INDIA


En el año 1860, después de una terrible lucha, los Paiutes (tribus indígenas que hablan lenguas uto-aztecas) ceden la mayor parte de sus tierras en Nevada y aceptan residir en la pequeña reserva de Pyramid Lake. Sarah Winnemuca (1844-1891), apodada la “Juana de Arco India” por el papel que desempeñó en la defensa de su pueblo, cuenta:

“Ningún blanco vivía allí en la época en que se nos adjudicó la reserva. Nosotros, los Paitues, siempre hemos vivido cerca del río, porque en esos lagos, Pyramid Lake y Muddy Lake, pescábamos magnificas truchas de montaña. Nos podían haber beneficiado mucho si se nos hubiera dejado todo. Pero desde 1867, el ferrocarril atraviesa la reserva y los blancos nos arrebataron la mejor parte del terreno, así como uno de los lagos.

La primera labor a la que se entregó mi pueblo fue cavar un canal para construir luego un aserradero y un molino. Nunca oímos hablar del molino ni del aserradero, a pesar de que el informe impreso de los archivos de los Estados Unidos indica que fueron asignados 25.000 dólares para su construcción. El informe dice que el molino y el aserradero fueron vendidos en provecho de los indios para pagar la madera de construcción de sus casas. Pero no nos ha llegado ni un solo pedazo de madera. Y mi pueblo ya no posee ningún terreno en donde podría conseguir madera. Los blancos utilizan el canal cavado por mi pueblo para regar sus tierras.

Corrupción y robo de los agentes del BIA, intrusiones de los colonos en las reservas mismas son moneda corriente. El único resultado al que llega la reserva, señala Red Cloud (el jefe Sioux progresista), es la miseria física y moral de los indios…

Los oficiales del ejército nos ayudaron más que los demás, pero no nos dejaron bajo su custodia. Se creó un Departamento de Asuntos Indígenas con un gran número de agentes y demás empleados que recibían altos salarios; la tarea de esos hombres era enseñarnos el comportamiento de los blancos. Entonces comenzaron todos los problemas… En mi opinión, les parecía más provechoso dejarnos como estábamos en vez de hacernos progresar. Nuestras raciones empezaron a disminuir. Algunos decían que éramos flojos y que queríamos vivir de nuestras raciones sin trabajar. Eso es falso…

Ustedes que comen tres veces al día y que ven a sus hijos felices y sanos, no pueden comprender lo que sentían los indios en su miseria. Estábamos debilitados por el hambre y enloquecidos por la desesperación. Cargábamos a nuestros pequeños hijos moribundos y sentíamos sus cuerpos temblar mientras su alma los abandonaba, dejando tan solo un peso muerto en nuestros brazos… Ya no había esperanza en el mundo; Dios nos había olvidado”.

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