MITOS Y DIOSES VIKINGOS
Los primeros vikingos eran paganos y sacrificaban animales y seres humanos a sus dioses, de quienes tenían en sus templos imágenes en madera. Tiempo después fueron convirtiéndose al cristianismo, desde el momento en que los daneses, por su tratado con Alfredo de Inglaterra, en 878, consintieron en ser bautizados, hasta finales del siglo XI, en que el paganismo había desaparecido casi por completo entre ellos.
Los mitos de sus dioses, así como las sagas o epopeyas de sus héroes, se fueron trasmitiendo boca a boca por sus poetas de generación en generación, hasta que los intelectuales islandeses del siglo XIII los transcribieron. Todo ello constituye un magnifico legado de la literatura nórdica, comparable a las leyendas de los griegos.
Los mitos nórdicos se remontan al principio de las cosas, relatan la lucha entre los dioses y los gigantes (las fuerzas del mal) y aludiendo al gran fresno, Igdrasil, el árbol de la existencia, siempre verde, cuyas tres raíces nacen en el mundo subterráneo y cuyas ramas alcanzan hasta Asgard, la ciudad de los dioses, que cubren con su sombra.
Los antiguos dioses nórdicos eran abundantes y variados. Odín era el padre de todos, dios de la guerra y la sabiduría y creador del rúnico, la primitiva escritura sagrada. Su esposa se llamaba Friga. Le seguía en importancia Thor, dios del trueno, símbolo de la fuerza que infundía pavor a los tripulantes de las barcas vikingas en las noches de tormenta.
Otros dioses era Frey, dios de la lluvia, el sol y los productos de la tierra; Freya, su hermana, diosa de la belleza y el amor; y Balder, el mejor y más bello de todos, señor de la luz y el verano, muerto por el muérdago (invierno). Loki dios del fuego destructor, que personificaba el mal. Heindal, dios de la luz, hijo de Odín y de nueve gigantas hijas de Geirrendour, es la fuerza de la tierra, la humedad del amor y el calor del sol.
Sin embargo, la divinidad más importante para los navegantes normandos, que se aventuraban por mares y ríos desconocidos era Niord, dios de las costas, el mar, la pesca y el comercio. Ningún vikingo se lanzaba a una aventura en el mar sin encomendarse a Niord, el cual agradeciendo esa devoción, los recompensaba con la posesión de vastos territorios europeos y el hallazgo de lejanas tierras al otro lado del Atlántico.
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