HISTORIAS DE VICTORIA I DE INGLATERRA
En 1819, el año en que nació la reina Victoria de Inglaterra (1840-1901), ninguno de
los 7 hijos y 5 hijas de su abuelo reinante, el rey Jorge III, tenía un solo
hijo legítimo que pudiese heredar el trono. Victoria, hija de Eduardo, cuarto
hijo de Jorge, se convirtió en reina después de la muerte de su tío, Guillermo
IV, en 1837.
Miguel Faraday (1791-1867), químico y físico inglés, fue
miembro de la Iglesia Sandamaniana, una pequeña secta de los fundamentalistas. Fue
invitado a comer con la reina Victoria un domingo del año 1844, lo que significaba
para él que tendría que faltar a los servicios de culto. Después de dudar
durante un tiempo, decidió que debía obedecer a la reina. Como resultado de
ello, sus hermanos de religión le excomulgaron y no le volvieron a admitir
hasta que cumplió una será penitencia.
Durante los 40 años siguientes a la muerte de su marido, la
reina Victoria ordenó que la ropa de noche de éste fuese puesta todos los días,
nuevamente, sobre su cama, en sus habitaciones del Castillo de Windsor.
La cabecilla de la “Conspiración de las Camareras”, en la Inglaterra
de 1839, fue la reina Victoria, quien se negó a dejar que Robert Peel, candidato
a primer ministro, sustituyera a sus damas de cámara por otras escogidas por
él. Peel tuvo que ceder, pero en 1841 llegó a primer ministro con autoridad
para retirar a quienes rodeaban a la reina. La Conspiración de las Camareras
fue el último intento, con éxito, de un soberano británico por recusar a un primer
ministro.
La primera vez que se utilizó la anestesia para paliar los
dolores del parto, a finales de 1840, muchos eclesiásticos objetaron que se
dijo a Eva en la Biblia: “con dolor parirás los hijos”, como uno de los
castigos por comer el fruto prohibido. A pesar de ello, en 1853, la reina
Victoria permitió ser anestesiada para dar a luz a su séptimo hijo, y las
críticas terminaron. Ninguno de los clérigos tuvo valor para criticar a la
reina.
La baronesa Angela Burdett-Coutts, amiga de Charles Dickens
y la heredera más rica de su tiempo, dio la mayor parte de su fortuna a causas
que consideró dignas, no solamente dotando a iglesias, obispados y becas, sino
sosteniendo campesinos pobres en Turquía, construyendo casas modelo en el East
End de Londres, pagando un levantamiento topográfico de Jerusalén, patrocinando
instituciones benéficas para la protección de los aborígenes australianos,
proporcionando campanas para la Catedral de San Paulo, etc. Cuando la reina
Victoria la hizo noble, en 1871, fue uno de los casos enormemente raros en que
una mujer recibió este honor no por ser amante de un rey, sino por sus méritos.
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