28 de octubre de 2016

EPITAFIOS


El epitafio es la inscripción grabada en una tumba o en cualquier monumento funerario. La palabra epitafio la componen las dos voces griegas epi=sobre, y taphos=tumba. Su origen es muy antiguo, los primeros  epitafios de los griegos se reducían al nombre del difunto, seguido del calificativo: “hombre de bien” o “buena mujer”. Los griegos, después del nombre del difunto, añadían el de su padre y el de la tribu a la que pertenecía.

Algunas veces los epitafios contenían una sátira o reflexión moral, en la tumba de Alejandro pusieron: “Basta esta tumba, para el que bastaba el orbe”. En la tumba de Platón pusieron “Esta tierra cubre el cuerpo de Platón. El cielo contiene su alma. Hombre, seas quien fueres, respeta sus virtudes si eres honrado”. Simónides y Tenístocles pusieron a Timacrearon de Atenas, atleta y poeta satírico, en venganza de haberles denigrado en sus versos: “Pase mi vida comiendo, bebiendo y diciendo mal de todo el mundo”.

El filósofo Arístipo aviso que sobre su lápida se grabara un libro, un compás y unas flores, la inscripción decía: “Aquí yace quien os aguarda”. El epitafio del sepulcro de Ciro decía: “Yo soy Ciro, hijo de Cambises, fundador del imperio de los persas, y dueño y señor del Asia. No me envidies este monumento en que mis huesos reposas”. Cicerón puso sobre el sepulcro de su hija Tulia: “Tutiola, filióla” (pequeña Tulia, hijita).

 En la de Sardanápalo, el rey de Siria, famosos por sus orgías: “No he hecho más que comer, beber y darme al placer; todo lo demás me ha parecido nada”. El caballero de Éon compuso su epitafio: “Desnudo del cielo descendí y desnudo estoy bajo esta piedra por haber vivido en esta tierra ni gané, no obstante, ni perdí”. El Caylus, anticuario, fue incinerado y sus cenizas se colocaron en una ánfora. Su epitafio decía: “Aquí yace un anticuario de mal carácter y manera brusca, que bien alojado está en esta jarra etrusca. 

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