6 de octubre de 2016

FALSAS CREENCIAS


En la época victoriana, muchos padres ingleses pensaban que un lactante absorbía el carácter moral de quien le daba de mamar. Por lo tanto, si la madre no podía amamantar a su hijo, la selección de la nodriza apropiada se convertía en algo muy importante. Los padres temían que si la nodriza era tonta o mala persona, su hijo también lo sería.

Cuando llegaron a Norteamérica los primeros colonos, algunos de ellos creían que los indígenas descendían de las 10 tribus perdidas de Israel. El reverendo Tomás Thorowgood publicó en Londres, en 1650, un libro titulado “Judíos en América”, o “Probabilidades que los Americanos Sean de esa Raza”, en el que señaló las que veía como similitudes entre los aborígenes y los judíos, tales como sus costumbres y su lenguaje.

Los ingleses de los siglos XVI y XVII creían que nadie que se acostara sobre plumas podía morir en paz; por lo tanto, cuando se acercaba la muerte, era retirada la almohada de debajo de la persona agonizante para facilitar el deceso.

Los cabellos de una persona no pueden encanecer de la noche a la mañana por alguna horrible tragedia o experiencia atemorizante ni por ninguna otra razón.

En Zion, pueblo de Illinois, a orillas del río Michigan, hay miles de personas que creen que la Tierra no es redonda. Son partidarios de una teoría propuesta a principios del siglo por Wilbur Glenn Voliva, que la Tierra es hueca y abierta en los polos. Hay algunos que incluso creen que la Tierra está en el interior de una esfera hueca.

En la Edad Media todos creían, como lo había creído Aristóteles, que el corazón era el asiento de la inteligencia.

Durante generaciones, mucha gente ha guardado sus ropas de lana en baúles de cedro para protegerlas de las polillas. No hay ninguna evidencia que un baúl o un armario de cedro rechacen las polillas.

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