LA AUTOPSIA DE VESALIO A UNA JOVEN VIVA
Cuenta la leyenda que, después de la muerte de una paciente, una aristócrata española, el famoso anatomista Andrés Vesalio (1514-1564), obtuvo el permiso para hacer la autopsia. Cuando se encontraba practicándola, acompañado de los parientes de la joven fallecida, se dieron cuenta horrorizados que el corazón de la señora seguía latiendo.
La familia acusó y denunció a la Inquisición española, a Vesalio de asesinato. Lo condenaron a la hoguera, pero el rey Felipe II intercedió por él y lo indultó con la condición de que peregrinara, en 1564, a Tierra Santa para pagar su crimen. Se embarcó con la flota veneciana de Giacomo Malatesta, vía Chipre. Vesalio viajó a Jerusalén y en el camino de vuelta falleció.
El primero que contó esa historia fue el cirujano Ambroise Paré, que recomendaba en su tratado “De la génération” que no se abriese el cadáver con demasiada prisa, para que no pasase lo mismo que a Vesalio, aunque no lo nombra en ningún momento. Otra versión más completa del caso procede de la “Vitae germanorum medicorum” de Melchior Adam, que se basaba en una carta escrita por el diplomático Hubert Languet en 1565.
Los biógrafos de Vesalio no tienen constancia de que ninguna de esas versiones es real, ni siquiera se refiere a él en los relatos de la Inquisición.
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