20 de abril de 2022

APRENDER EN LA ANTIGÜEDAD

 

En la antigüedad, la educación formal estaba reservada a las elites políticas, religiosas y económicas. Los niños egipcios e israelitas se formaban en centros dirigidos por sacerdotes. En la Grecia clásica contaban con escuelas públicas, pero restringidas a los hijos de los ciudadanos. En Roma sucedía lo mismo, los centros estaban limitados a una minoría. En las provincias occidentales, el analfabetismo rondaba el 95 %.

Durante el Medievo en Europa, cuando la iglesia monopolizó las fuentes de información escrita en los monasterios cristianos, sinagogas judías y en las madrasas musulmanas, las cosas siguieron igual. Salvo los religiosos y los futuros príncipes, la aristocracia estaba más interesada en las armas que en los estudios, y los campesinos, artesanos y comerciantes educaban a sus hijos o aprendices en un oficio.

En la Baja Edad Media hubo algunas innovaciones. Surgieron las universidades, las parroquias, se abrieron aulas para niños pobres. En la Edad Moderna, la imprenta contribuyó a abaratar los libros y, motivados por la difusión de la Biblia, los países protestantes inauguraron escuelas populares, replicadas, en la Contrarreforma, por otras jesuitas.

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