CABALLOS DE LOS AURIGAS
Los caballos de los aurigas estaban muy valorados. El
entrenamiento empezaba cuando los caballos tenían tres años, no podían
participar en las carreras hasta los cinco años. El más famoso de todos los
caballos fue Incitatus, que perteneció al emperador Calígula. Incitatus tenía
una habitación de mármol, un comedero de marfil y bebía en un cubo de oro. Los
muros de su establo estaban decorados con escenas de los mejores artistas del
momento. Incitatus iba a las cenas de estado, donde sus esclavos personales le
servían avena y maíz. Su dueño, Calígula, pensó en algún momento en proclamarlo
cónsul.
Un caballo que hubiera ganado más de cien carreras se le
llamaba centenario y lucía un arnés especial. El mejor caballo de tiro siempre
se colocaba en el lado izquierdo, en la parte interior, se le sujetaba con
tirantes. El segundo mejor caballo se colocaba en la parte derecha del tiro,
tampoco iba cogido al yugo. Los dos caballos centrales iban atados al asta del
carro y eran los encargados de aportar potencia de arrastre.
Los caballos no iban herrados, por lo que el estado de sus
cascos era muy importante. Los caballos sicilianos eran muy veloces, los íberos
muy buenos para las carreras cortas y los libios los mejores para las carreras
largas.
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