13 de abril de 2020

TREMENDAS EQUIVOCACIONES


En cierta ocasión, Coca-Cola quiso unir su marca al béisbol, la pasión de todos los americanos. Con las tradicionales letras en el reverso de las tapas, los consumidores debían unir la frase: “home run” y cambiarla por distintos premios. Estratégicamente, solo se iban a incluir unas cuantas letras erre, pero, por un tremendo error, se distribuyeron dieciocho mil erres en el interior de los tapones. Este error le costó más de cien mil dólares en premios a Coca-Cola. La promoción terminó muy rápido.

La filial de Pepsi-Cola de Filipinas, organizó en 1993, un concurso con premios millonarios y anunció un número de ganadores equivocado, ochocientos mil ganadores. La causa fue que el ordenador central de la compañía sufrió un fallo que, en lugar de dieciocho tapones ganadores, se imprimieran y distribuyeran ochocientos mil. Los falsos premiados se enfadaron al quedarse sin premio. La compañía recibió más de cinco mil querellas criminales y una condena por negligencia laboral y publicidad engañosa que le ocasionaron unos gastos de más de diez millones de dólares. Los dieciocho premios ascendían solo a un total de setecientos veinte mil dólares.

En el año 1970, Schiltz era la segunda cerveza de Estados Unidos. Había sido la primera hasta 1957, cuando fue superada por su rival Budweiser. Al director de la compañía, Robert Uihlein Jr, se le ocurrió para recuperar el liderato producir cerveza más barata en menos tiempo, recortando el coste de los ingredientes y acelerando el proceso de producción. Uihlen, cambió la malta de cebada por jarabe de maíz, que era más barato, y un nuevo tipo de estabilizador de espuma para adaptarse a la nueva normativa. De esta forma, logró reducir el tiempo de producción de cuarenta a quince días. Un éxito en el ahorro de costes, pero también de clientes. La nueva cerveza Schlitz se estropeaba con el tiempo, generando una gelatina de aspecto mucoso en el fondo de la botella.

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