LOS SUPLANTADORES DE LUIS XVII
Después de la muerte de su padre, Luis XVI en la guillotina,
en 1793, Luis XVII, en 1795 cuando tenía diez años, es encarcelado en el
Temple. Estuvo escondido seis meses durante el Terror, era un niño débil y
enfermizo que murió a los ocho meses de tuberculosis. Rápidamente se empezó a
rumorear que el niño muerto en la prisión del Temple no era Luis XVII.
A partir de ese momento comenzaron a aparecer posibles Luis
XVII en distintos lugares y épocas. Nunca se demostró que alguno de ellos fuera
el verdadero, parece ser que eran simples impostores.
El primer pretendiente se presentó en 1798, decía llamarse
Jean Marie Hervagault. Un adolescente de cabellos rubios y con rasgos de los
Borbón reconocido por el obispo Lafont de Savines como el hijo de Luis XVI y
pretendía haber sido reconocido como sucesor legítimo al trono por los embajadores
europeos reunidos en Lisboa. Su historia recorrió París, pero pronto fue
identificado como el hijo de un sastre del barrio de San Antonio.
Con la Restauración, los pretendientes se multiplicaron. En 1815,
Luis XVIII recibió de Saint-Malo una carta firmada por el Delfín Borbón. La envió
Mthurin Bruneau, hijo de un zapatero, que se hacía llamar Carlos de Navarra.
Madame Royale, hermana del Delfín le envió dos emisarios encargados de hacerle
llenar unos cuestionarios, pero es incapaz de dar detalles precisos acerca de
su vida en la prisión del Temple. Es detenido y condenado a siete años de
reclusión por “ultraje a la magistratura” por el tribunal de Rouen.
Más de cuarenta pretendientes prueban suerte. Entre ellos el
barón de Richemont, que se hacía llamar duque de Normandía. Era un estafador
cuyo verdadero nombre era Claude Perrin.
El más conocido de los pretendientes fue Naundorf. Este relojero
berlinés llegó a París en 1833, después de haber sido condenado en Alemania por
falsificación de monedas. A pesar de sus antecedentes, este extraño personaje
es reconocido por varios de los antiguos servidores de la familia real. Madame
Royale, que no creía en la muerte de su hermano, rehusó recibir a Naundorf. Sin
embargo, reconoció en su correspondencia con el barón Chamlet, que “éste me
atormenta más que los otros”. Luis Felipe, irritado, expulsa a Naundorf en
1836. El pretendiente rechazado termina sus días en los Países Bajos.
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