LAS JOYAS DE LAS DAMAS ESPAÑOLAS SEGÚN MADAME D'AULNOY
Marie-Catherine le Jumelle de Barnerville, Baronesa D’Aulnoy, conocida como Madame D'aulnoy, (1651-1705) fue una escritora francesa,
además de ser conocida por sus cuentos de hadas, también lo es por su relato
del viaje a España, escrito en 1679.
“Las damas aquí tienen abundante y hermosísima pedrería y no
llevan una sola joya como las francesas, sino nueve o diez, unas de diamantes,
otras de rubíes, perlas, esmeraldas y turquesas, muy mal montadas, porque
aparecen casi totalmente cubiertas de oro; preguntándoles yo el motivo de
cubrirlas así, me dijeron que se construían de tal manera las alhajas por ser
el oro tan bello como las piedras preciosas, pero supongo que la verdadera
causa de que se oculten los tamaños de las piedras bajo una capa de metal sería
necesario buscarla en el atraso de los artífices que no saben trabajar mejor.
Las damas llevan prendidos en el cuello del corpiño
alfileres muy adornados con rica pedrería, y pendiente de alfiler, sujetando su
extremo inferior en un costado se ponen una cadena de perlas o diamantes. Nunca
usan collares, pero adornan sus muñecas con brazaletes y sus dedos con anillos,
colgando de las orejas largos pendientes, excesivamente pesados, y no sé cómo
pueden sufrirlos. En estas joyas lucen todo lo que les parece bello. He visto
algunas damas que llevaban colgados de sus aderezos relojes bastante grandes,
cadenas de piedras preciosas y hasta llaves de Inglaterra primorosamente
labradas y campanillas. Llevan también agnus y pequeñas imágenes colgadas al
cuello y a los brazos, y sobre la cabeza, peinada de distintos modos y siempre
descubierta, muchas horquillas rematadas con moscas de diamantes o con
mariposas cuyos colores pintan rubíes y esmeraldas.
Se abren raya, distribuyendo el pelo en dos partes por un
costado de la cabeza, y echan la parte mayor hacia el otro costado, aplicándolo
sobre la frente, de tal modo que forman con él una superficie brillante como un
espejo. Otras veces se adornan con una trenza postiza y dejan su cabello caído
sobre los hombros. Generalmente se hacen cinco trencitas, a cada una de las
cuales anudan una cinta o una rastra de perlas, uniéndolas por sus extremos a
la espalda; y en verano, mientras las damas están retiradas en sus
habitaciones, se envuelven en un pedazo de tafetán de color adornado con
puntillas de hilo. No llevan cofia de día ni de noche. Algunas se adornan la
cabeza con plumas como los niños. Estas plumas son muy finas y jaspeadas de
distintos colores, constituyendo un bonito adorno que podría muy bien hacerse de
uso en Francia”.
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