JERUSALÉN EN EL AÑO 33 d. C.
Jerusalén, centro espiritual y económico del antiguo Oriente
Medio, se consagró, en el año 33 d. C., como la ciudad más importante del
mundo.
Arte- El gusto romano por el arte, influenciado por los
diseños griegos, caló hondo entre la élite y la clase media. Tener y exhibir
piezas de arte era una manera de que los demás supieran que se era rico e
importante. Cuando surgían otros estilos, se mandaba pintar el nuevo diseño
encima del anterior.
Industria- Casi todo lo que se producía se destinaba al
consumo local; había pocas oportunidades de hacer negocio exportando. La
potasa, que tiene aplicaciones médicas, era recolectada en las orillas del mar
Muerto, y se cultivaban dátiles. También se plantaban hierbas balsámicas al
este de la ciudad.
Educación- El estudio y la interpretación de los textos
sagrados eran importantes en la vida de los judíos de Jerusalén. Si eran
analfabetos, como la mayoría, tenían que confiar en las lecturas de los textos
de los rabinos y los escribas. Escribir era una habilidad valiosa, pero las
noticias y las ideas solían transmitirse de manera oral.
Tecnología- Los acueductos eran esenciales para evitar
enfermedades al proveer agua limpia. Si tenían buenos contactos, podías visitar
las termas, en las que el agua se calentaba con un sistema de calderas
subterráneo llamado hipocausto. Las innovaciones de este tipo permitían
mantener la salubridad y la calidad de vida de las élites.
Finanzas- Acuñaron una nueva moneda en el mediterráneo
oriental llamada dracma, que podía ser utilizada en todo el imperio. Los
jerosolomitanos podían canjearla con las legiones romanas y los peregrinos. Los
que tenían un cierto nivel de riqueza, se te exigía el pago de dos impuestos
principales: el tributum soli, un impuesto sobre la tierra, y el tributum
capitis, un impuesto sobre la propiedad.
Gobierno- El que era acusado de violar las leyes, se
celebraba un juicio ante una corte de rabinos y aristócratas. Según la gravedad
del delito, se les podía llevar ante el Sumo Sacerdote Califás y su consejo de sabios,
el Sanedrín. Aunque el gobierno de la ciudad estaba delegado en el Sumo
Sacerdote, la última palabra la tenía el gobernador romano de la región.
Militar- Además de la Décima legión romana, las 3000 tropas
auxiliares asignadas a Poncio Pilatos, debían mantener la paz en la ciudad y
los alrededores. Era usual ver como los soldados hacían batidas por las casas
en busca de sospechosos, así como presenciar escenas violentas en las calles.
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