OCHO Y NUEVE
Ocho
Los seguidores de Pitágoras asociaban el número ocho a la aporía dual claro/oscuro. Además, lo consideraban cómo el número sagrado de la deidad de los mares y los océanos, es decir Poseidón.
La cábala lo asocia a la letra “jet”, por lo que lo relaciona el número ocho con lo múltiple y lo diverso. También con la materia original que queda después de seleccionar la esencia de las cosas, lo cual denomina trabajo de criba.
En la rosa de los vientos aparecen ocho direcciones esenciales que contribuyen a interpretar el simbolismo del ocho en relación con el equilibrio y el orden cósmico.
Para los pueblos del Lejano Oriente, entre los que se encontraría Japón, el ocho es símbolo de infinidad y de inmensidad. Hubo un tiempo en que llamaban a este archipiélago la “Gran-Ocho-Islas”, con ello intentarían indicar la extensa extensión de mar que media entre las innumerables islas de las latitudes aludidas.
Nueve
Está considerado como uno de los números más cargados de sentido, especialmente para el pueblo griego. Homero, aparece con frecuencia el número nueve para indicar su valor carismático y mítico, durante nueve días busca Demetér, diosa de la tierra cultivada, a su hija Perséfone, que había sido raptada por el dios del mundo subterráneo. Nueve son las musas que nacen del dios Zeus, padre de los dioses y de los hombres, después de nueve noches de afecto. Nueve son los meses de gestación en la especie humana.
Los simbolistas afirman que el nueve es el número de la síntesis de los tres mundos: el cielo, la tierra y las profundidad-movilidad del “Ser” y para que “el Ser es, y es imposible que no sea”, o también “el No-Ser no es y no puede ni siquiera hablarse de él”. Decía del número nueve que representaba y simbolizaba en sí mismo todo lo absoluto.
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