LLEGADA DE LOS PRIMEROS PEREGRINOS A SANTIAGO
Por la mañana, casi al amanecer, un clérigo de casulla blanca almidonada indicaba a los romeros dónde debían poner el contenido de sus ofrendas. Cada uno de ellos los echaba en el arcón según su devoción y posibles, junto con el memorial de encomiendas que traían de sus familiares y amigos.
Entrada la mañana, una vez confesados, recibían la comunión en la capilla de la Corticela, levantada en el siglo IX y parroquia de extranjeros desde antiguo. Les leían después la nómina de indulgencias; por peregrinar, por encender candela en el Sepulcro, por la limosna depositada en el Arca de la Obra, etc., también les recordaba que aumentaban las indulgencias si la peregrinación se hacía en Año Santo, institución que Alejandro III fijaría definitivamente en 1179.
Después los peregrinos subían por una escalera de madera, detrás del altar mayor, y abrazaban la imagen de Santiago; tomaban su corona con las manos y la colocaban sobre su cabeza mientras decían: “Amigo de Cristo, encomiéndame a Dios”. Con el tiempo esa imagen de madera sería sustituida por una de oro y plata y la coronación fue sustituida por la imposición a Santiago de la esclavina y sombrero de los peregrinos. Más tarde admiraban el hacha con la que fue cortada la cabeza a Santiago, amarrada con una cadena de hierro para evitar que los peregrinos la robasen.
Era muy importante después de haber cumplido la peregrinación obtener la Compostela pues su presentación era indispensable para que los viajeros quedasen liberados de la pena, temporal o espiritual, que pesaba sobre ellos y que había sido substituida por la peregrinación a Santiago.
0 comentarios :
Publicar un comentario