9 de noviembre de 2017

DELINCUENCIA EN LA ANTIGUA ROMA



En las calles de la Antigua Roma el delito estaba muy presente. Caminar por sus calles suponía caminar entre ladrones y atracadores. Las calles estaban repletas de gente lo que facilitaba el trabajo a los descuideros. Había guardias y sirvientes que acompañaban a las personas de clase social alta.

Como las calles estaban llenas de desperdicios y orines que los romanos tiraban por las ventanas, era muy normal resbalarse, momento que era aprovechado por los ladrones para actuar.

Los más pobres, a causa de la pobreza, eran los que se dedicaban a robar. El robo de unas monedas podía suponer una cena o un poco de vino barato. En ocasiones, la policía debía limpiar la ciudad de esta clase de personas, pero estaban tan asentados que se iban a otras zonas a continuar con sus fechorías.

La clase media tenía sus propios criminales, que cometían estafas, engaños y falsificaciones. Se falsificaban monedas y joyas. Algunos mercaderes llenaban sacos de grano de gravilla o echaban agua al vino. Otros prestaban dinero a intereses ilegales y después le quitaban todo lo que poseían a sus deudores. Los castigos para los estafadores eran diversos, desde azotes en público hasta pagos compensatorios.

Las clases altas se dedicaban a otro tipo de actividades criminales. Los delitos más usuales eran la traición y la conspiración.

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