ACTA DE TRANSPORTE EN EL SIGLO XVIII
La tasa de criminalidad fue en aumento en el siglo XVIII en
Gran Bretaña, por esa razón, para evitar ahorcamientos, en 1718 entró en vigor
el Acta de Transporte. El acta era una manera legal de enviar lejos a los
delincuentes y que trabajasen para las colonias. La decisión fue enviarlos a
una región al otro lado del mundo: Australia. La primera flota zarpó hacia
Australia el 13 de mayo de 1787.
Al llegar, se les preguntaba a los reos sobre sus oficios
previos y su nivel de alfabetización para decidir dónde ubicarlos. Sin importar
cuál fuese su pasad, a todos los convictos se le asignaba un oficio, los que
sabían leer y escribir eran alejados de los trabajos manuales para que se
dedicasen a tareas administrativas, donde se encargaban del papeleo y la burocracia
de la colonia. Mientras que la misión de muchas mujeres era, poblar las
colonias.
Los condenados que cumplían las normas y que no tenían
ningún oficio eran asignados a la labranza de la tierra, para ayudar en la
alimentación de las colonias en un intento por hacerlas autosuficientes. Los
resultados eran variables, ya que en algunas zonas de Australia era difícil
cultivar cualquier planta.
La vida de estos convictos no eran fácil, los castigos que
sufrían podían ser brutales. Aquellos convictos que no se comportaban de
acuerdo con las reglas eran sometidos a diversos castigos. Entre los más
habituales estaba el ser azotado con un látigo de nueve puntas, que dejaba la
espalda hecha un guiñapo.
Como algunas de las norias más grandes necesitaban de 25
presos para funcionar bien, y tenían 24 aspas. Otra forma de castigo era
completar 160 vueltas de la noria. Los grilletes en los tobillos y los
latigazos eran muy comunes.
Los que trabajaban construyendo carreteras y puentes podían
pasar entre 14 y 18 horas al día, siete días a la semana, trabajando. Los que
eran asignados a servir a los colonos libres estaban a merced de los abusos de
sus señores.
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