10 de marzo de 2016

DESCRIPCIÓN DE CAYO JULIO CÉSAR


En la obra de Suetonio (70 d. C.-140 d. C.) Vida de los doce césares se cuenta una descripción muy detallada de Cayo Julio César (100 a. C.-44 a. C.).

“Dícese que su estatura era elevada, blanca la tez, bien conformados los miembros, cara redonda, ojos negros y vivos, temperamento robusto, aunque en sus últimos tiempos sufrió repentinos desmayos y terrores nocturnos que le turbaban el sueño. Dos veces también experimentó ataques de epilepsia en público.

Daba mucha importancia al cuidado de su cuerpo, y no contento con que le cortasen el pelo y afeitasen con frecuencia, hacíase arrancar el vello, según le censuraban y no soportaba con paciencia la calvicie que le expuso más de una vez a las burlas de sus enemigos. Por eso se atraía la frente el escaso cabello de la parte posterior, y de cuantos honores le concedieron el pueblo y el Senado ninguno le fue tan grato como el de llevar constantemente una corona de laurel.

Cuidadoso era también de su traje. Usaba laticlavo guarnecido de franjas que le llegaban hasta las manos, poniéndose siempre sobre esta prenda el cinturón muy flojo. Esta costumbre hacía decir frecuentemente a Sila, dirigiéndose a los nobles: “Desconfiad de ese joven tan mal ceñido”.

Diestro en el manejo de las armas y caballos, soportaba la fatiga más de lo que pueda creerse, precedía al ejército, unas veces a caballo y con más frecuencia a pie. Salvaba largas distancias con increíble rapidez, sin equipaje, en un carro de alquiler, recorriendo de esta manera hasta cien millas por día; si le detenían ríos, los pasaba a nado o sobre odres henchidos.

Montaba un caballo singular, cuyos cascos parecían pies humanos, estando rasgados a manera de dedos; caballo que había nacido en su casa, por cuya razón lo crió con cuidadoso esmero, encargándose él mismo de domarlo, elevándole más adelante una estatua del templo de Venus Genetrix”.

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