ANIMALADAS V
Rachel Flyn, de Nueva Inglaterra, Estados Unidos, salvo su vida gracias a una gaviota. Estaba paseando por la playa cuando resbaló y cayó desde una altura de diez metros. Quedó tan herida que no podía moverse. Al cabo de un rato una gaviota se posó en su pecho, Rachel creyó que era una de las que su hermana y ella daban de comer a menudo. Desesperada, le pidió que fuera a buscar ayuda, la gaviota voló hasta la casa de su hermana, golpeó una ventana con las patas y el pico. La hermana entendió que la gaviota quería darle un mensaje, la siguió y la condujo hasta donde Rachel estaba malherida. Este extraño suceso contó con muchos testigos.
En Nueva Guinea los cerdos están tan mimados que parecen perros; agachan la cabeza cuando se les regaña, se acercan a su amo pidiendo mimos, etc. Los dueños, sin embargo, no dudan en matarlos y comérselos.
Los indios Pies Negros utilizaban usaban los perros como bestias de carga, todavía los conquistadores no habían importado los caballos a América.
Durante el eclipse de sol del 27 de febrero de 1979, que fue visible en Norteamérica, las gallinas no pararon de poner huevos.
Nikolaas Tinbergen, premio nobel de Fisiología y Medicina, tenía un pez en una pecera que amenazaba a todas las camionetas rojas de correros que pasaban. El pez, un gasterósteo macho que ataca instintivamente a otros machos que identifica por el color rojo de su pecho. Estos peces atacan cualquier cosa roja que se mueva.
Los canguros pueden suicidarse por pena. En 1989, una hembra de canguro murió de repente en un zoológico de Brescia, Italia. Una semana más tarde, su compañero se tiró al barranco que separaba los animales del público, y murió.
Algunas moscas, como la verde metálico, son capaces de medir la velocidad del viento con sus antenas. Si la velocidad supera los 2,5 metros por segundo, la mosca se mantiene en tierra, si despegara en estas condiciones climatológicas sería arrastrada por el viento.
Una concha de la almeja gigante Triddacna gigas, que vive en los océanos Índico y Pacífico, llega a pesar 300 kilos.
Todos los inviernos, unos mil buitres se concentran en el Parque Nacional de Gettysburg, en Estados Unidos. Los investigadores creen que esta reunión inexplicable sea porque en ese terreno, en 1863, tuvo lugar una batalla y más de 50.000 hombres quedaron muertos o heridos en la zona. Los buitres acudieron atraídos por el olor a sangre y carroña. Año tras año han ido volviendo, pasando esa costumbre a sus descendientes.
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