LA CONCEPCIÓN DE JAIME I
Jaime I, era hijo de Pedro II de Aragón (1178-1213) y de
María de Montpellier (1204-1213). Cuando María se casó, en 1206, con Pedro, rey
de Aragón, era ya su tercer matrimonio (a los once años se casó con el vizconde
de Marsella, y a los diecisiete con el conde de Comenge). A Pedro siempre le
pareció que María era poco para él, la razón era que no era hija de rey, pero
le convenía casarse con ella para sus maniobras reales.
Una vez casados, sus relaciones no fueron muy buenas, tan
malas eran que no tenían ni tan siquiera relaciones intimas, lo que suponía un
problema para naciesen futuros descendientes. Los prelados de Montpellier
planearon, con la complicidad de la reina, engañar al rey, para que el
matrimonio se pudiera consumar.
Los preparativos se desarrollaron con éxito, toda la corte
conocía la trampa. Los días previos a la realización del plan, monjas, frailes,
mercaderes, caballeros, artesanos, frailes… todos participaron con misas,
rezos, plegarias, suplicas… para que la noche esperada, la reina se quedase
embarazada.
El 6 de mayo, el rey tuvo relaciones con su mujer sin saber
que se trataba de ella. Esa noche, la reina acompañada por veinticuatro
patricios, veinticuatro mujeres, la mitad vírgenes y la otra mitad casadas, dos
notarios, un prior… todos con un cirio en la mano, entró en la habitación a
oscuras, se metió en la cama, donde ya se encontraba el rey, y él consintió
acostarse con ella, sin reconocerla. Durante el tiempo que duró la relación
sexual, todo el séquito permanecía cerca de las habitaciones reales, con los
cirios encendidos. Las iglesias permanecieron abiertas durante toda la noche, y
dentro la gente rezaba para que se cumpliese el deseo del nacimiento de un
futuro heredero.
Pasado un rato, el séquito que esperaba en los pasillos,
entró en la habitación real, el rey, sobresaltado, se levantó con la espada en
la mano. No tuvieron más remedio que contarle la verdad del engaño, el rey
montó en cólera y quería matarlos a todos, hasta llegó a exigir el divorcio.
La reina María se quedó embarazada, dando a luz el 2 de
febrero de 1208. Nada más nacer, la reina María de Montpellier, entró en una
iglesia y encendió doce velas idénticas. A cada una de ellas le puso el nombre
de un apóstol, esperó a ver cuál de ellas era la última en apagarse. La última
fue la de Jaime, y con ese nombre se le bautizó.
0 comentarios :
Publicar un comentario