4 de agosto de 2014

COSAS DE FILÓSOFOS


Anaxágoras (500 a. C.-428 a. C.) filósofo griego, fue la primera persona en afirmar que la Luna brilla con luz reflejada, elaborando una teoría de las fases de la Luna. A partir del estudio de un meteorito afirmaba que el Sol y las estrellas eran piedras ardientes, y que no sentíamos su calor porque estábamos demasiado lejos. Creía que la Luna tenía montañas y habitantes y que el Sol era tan grande como el Peloponeso.

Anaxágoras fue condenado y encarcelado por el crimen de impiedad, porque había enseñado que la Luna estaba constituida por materia ordinaria, que era un lugar y que el Sol era una piedra al rojo en el cielo.

Demócrito (460 a. C.-370 a. C.) filósofo y matemático griego, desarrollo la teoría del atomismo, según la cual el mundo está compuesto solamente de átomos en movimiento en un espacio vacío. Estos átomos son eternos, distinguiéndose únicamente por su figura, posición y orden.

De los movimientos casuales de los átomos en el espacio vacío, surgen vórtices o torbellinos que originan infinitos mundos, uno de los cuales habitamos nosotros. También afirmaba que la Vía Láctea consistía en numerosas estrellas.

Alexander Bogdanov (1873-1928), filósofo, físico y escritor de ciencia ficción ruso, intentó desarrollar un método que consiguiese el rejuvenecimiento humano mediante transfusiones de sangre. Él mismo se autorrealizó once transfusiones de sangre, afirmando que después de hacerlo mejoró su visión y mejoró de su calvicie. Murió en 1928 después de hacerse una transfusión de un estudiante que tenía tuberculosis y malaria.

Joseph Priestley (1773-1804), filósofo y teólogo británico, calentó un día óxido de mercurio dentro de un vidrio incandescente, produciendo un calor más intenso que cualquier llama y generando un gas incoloro que hizo arder la llama de una vela con más intensidad que el aire. Intentando averiguar si ese gas era nocivo, Priestley colocó dentro de la campana una rata de laboratorio y pudo comprobar que ésta vivió medía hora respirando ese gas antes de morir y que, con aire normal, la rata sólo podía vivir quince minutos dentro de la campana. Extrañado sobre la naturaleza de ese gas, no se había dado cuenta de que había aislado el oxigeno por primera vez.

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