EL MANUSCRITO DE ATRAHASIS
En el manuscrito de Atrahasis se explica que, en el principio de los tiempos, los dioses tenían que ocuparse de mantener el sistema de canales. Un grupo de dioses superiores, Annuna (ku), delegaban esta tarea en los dioses Igigu, mientras que los Annuna se repartían el poder.
Un tiempo después, los Igigu no quisieron seguir trabajando y se rebelaron. Entonces decidieron crear a los humanos para que se encargasen del trabajo. Bajo la supervisión de Mami, la diosa madre, se sacrificó al jefe de los dioses rebeldes Igigu, y su carne y su sangre fueron combinadas con barro para crear a los humanos.
Pasado un tiempo, los humanos se habían multiplicado y perturbaron el sueño del dios supremo Enlil, que decidió reducirlos y para conseguirlo envío plagas, fiebres y hambrunas que siempre fracasaban porque otro dios, Enki/Ea, ayudaba a los humanos.
Finalmente Enlil tomó la decisión definitiva; exterminaría a la humanidad mediante un diluvio. Pero de nuevo Enki utilizó su ingenio para conseguir que un hombre y los suyos pudieran salvarse. De esta manera Atrahasis, el primer humano, avisado por Enki, construyó un arca en la que permaneció los siete días y siete noches que duró el Diluvio Universal.
Después de las lluvias, Atrahasis envío unos pájaros para saber si se habían retirado las aguas, y después ofreció un sacrificio para reconciliarse con los dioses. Enlil se enfureció al descubrir que Atrahasis había sobrevivido, y solo se calmó al pactar que el número de humanos se vería limitado de entonces en adelante mediante calamidades cíclicas que incluirían la mortalidad infantil o la infertilidad.
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