13 de enero de 2014

LA PAÏVA, CORTESANA EN PARÍS


Esther Pauline Thèrése Blanche Lachmann, (1819-1884) nació en una familia judía de origen polaco en el gueto de Moscú, donde se habían refugiado ella y sus padres, Martin Lachmann y Anna Amalia Klein. Con 17 años se casó con el sastre Antoine Villoing y tuvieron un hijo. Poco tiempo después abandono a su marido y al niño y se fue a París, allí se cambió el nombre por el de Teresa Lehman. Su máximo sueño desde siempre era ser rica, y a eso se dedicó en adelante, buscar un marido rico.

Se convirtió en cortesana, se exhibía en los mejores teatros, frecuentaba los restaurantes más lujosos y tenía como amantes a los más distinguidos caballeros y a los hombres de negocios y financieros más ricos de París.

Conoció a Henri Hertz, famoso músico, que se enamoró perdidamente de ella y se convirtieron en amantes, lo que no impidió que Teresa siguiera con otros hombres. Una noche Henri acudió con Teresa a una fiesta en el Palacio de las Tullerías, que ofrecía el rey Luis Felipe I de Francia y la reina María Amelia de Borbón-Dos Sicilias. Los invitados estaban indignados de que estuvieran allí, todo el mundo conocía a Teresa y les pidieron que abandonaran la recepción.

A partir de ese día, Teresa tomó la decisión de que ya que ella no podía ir a esas fiestas de la alta sociedad, las organizaría en su casa. Invitó a todas las personas importantes del momento, los hombres acudían sin sus esposas, las mujeres con sus amantes. Entre los invitados que asistieron a esas recepciones se encontraron; Richard Wagner, Théophile Gautier, Émile de Girardin y otras personalidades. Eso no le bastaba. Henri emprendió una gira por Estados Unidos, cuando volvió, Teresa ya no estaba para esperarle.

Teresa se trasladó a Londres buscando un hombre que pudiera satisfacerla en todos los sentidos. Conoció a Lord Stanlay, después de jugar con él, se traslado al balneario de Baden-Baden donde sedujó al portugués Francesco Albino de Païva-Araujo. Su primer marido murió justo en ese momento (1849), eso significaba que era libre para casarse con el marqués. Lo hicieron un mes después. A la ceremonia asistieron unos cuantos amantes de Teresa. Al día siguiente de la boda le dijo a su marido:

“Has querido acostarte conmigo, lo has hecho, al hacerme tu esposa. Me has dado tu nombre. Me he comportado como una mujer honesta, yo quería una posición social, y lo tengo, pero todo lo que tienes es una prostituta como esposa. No podrás llevar a ningún sitio, ni podrás presentarme ante nadie. Por tanto debemos separarnos. Vuelve a Portugal. Me quedaré aquí con tu nombre y seguiré siendo una puta”.

El marqués de Païva desapareció de su vida y se suicido pegándose un tiro. Desde ese momento, a Teresa, se la llamó “La Païva”.

Ella siguió con el desenfreno, los amantes, sus fiestas que eran famosas en todo París. En una de esas fiestas conoció al conde de Prusia, Henckel von Donnersmarck, uno de los hombres más poderosos de Europa. El conde le ofreció una renta anual de un millón y medio de francos, y ella se construyó un palacio frente a los Champs Elysées, que era todo lujo.

El 28 de octubre de 1871, Teresa, que había anulado su matrimonio con el marqués de Pavïa, se casó en la iglesia luterana de París con el conde Henckel. Como regalo de bodas, su marido le regaló un collar de brillantes que había pertenecido a la emperatriz Eugenia (la emperatriz le había hecho algunos desprecios a Teresa).

En 1878 abandonó París, acusada de espionaje. Se retiró a uno de sus castillos en Silesia. Murió el 21 de enero de 1884 a los sesenta y cinco años.

Años más tarde la segunda esposa del conde Henckel quiso entrar en una habitación, cerrada con llave, que su marido le había prohibido que hiciera. Al fin con ayuda de un duplicado, entró y cuando abrió la puerta se desmayó. La habitación tenía un enorme depósito de alcohol en el que flotaba el cadáver de Teresa. Su marido no pudo separarse de ella y la conservó.

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